EL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA HISTORIA. ENEMIGO Y ALIADO. Síntesis divulgativa

Encuentro en las limes

EL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA HISTORIA. ENEMIGO Y ALIADO. Síntesis divulgativa

DANIEL RUBIO RUIZ, profesor-tutor de Historia Económica de la UNED-Cervera. Historiadors de Catalunya. Divulgador histórico

La serie de artículos de divulgación histórica sobre temas relacionados con las pandemias y el clima, que iniciamos el pasado mes de Mayo, continúa con este estudio sobre un problema de nuestros días que acompaña al hombre desde su aparición en el planeta, el cambio climático[1].

Obviamos aquí la descripción de los factores del clima: latitud, altitud, relieve, continentalidad, corrientes oceánicas y vegetación; ni de sus elementos: temperaturas, presión atmosférica, vientos, precipitaciones y humedad, al ser conceptos puramente geográficos y meteorológicos. Los citaremos debidamente en cada una de las etapas en las que desarrollamos esta exposición.

Al final del recorrido histórico adjuntamos dos apéndices. El primero se dedica a definir conceptos clave para el cambio climático como son sus causas: inclinación del eje terrestre, actividad solar, vulcanismo, etc., sobre los cuales incidiremos para explicar los motivos de dicho cambio. En un segundo apéndice definiremos fenómenos climáticos locales de amplia abasto que influyen de forma muy activa en el desarrollo de las civilizaciones que iremos viendo a lo largo de la Historia. Hablamos de aquellos que usamos en las explicaciones pero no incluimos la totalidad de ellos. Al final aportamos una bibliografía seleccionada y comentada sobre este apasionante tema.

Los avances en todas las ciencias han permitido mejorar el estudio de la historia del clima y sus cambios. Las primeras investigaciones al respecto procedían de fuentes escritas como eran crónicas antiguas donde se daban datos meteorológicos así como otros documentos. En este sentido cabe destacar los estudios de Le Roy Ladurie sobre las fechas de inicio de la vendimia en diversos lugares de Europa (ver bibliografía). Pinturas sobre glaciares en los Alpes, repetidas en varias centurias permitían ver su avance o retroceso y ver de alguna forma la evolución climática.

En la actualidad y desde hace varias décadas contamos con los datos ofrecidos por los cilindros de hielo recogidos en aquellas zonas donde los hay de forma perpetua, cilindros de barro en el fondo de lagos y mares, registros coralinos, análisis de los anillos de los árboles (dendrocronología), avances en astronomía sobre la órbita terrestre, la inclinación del eje de nuestro planeta o las manchas solares. En el siglo XVIII ya encontramos mediciones de temperaturas o precipitaciones pero no será hasta 1860 cuando se produce, ya de forma ininterrumpida, la recogida de datos meteorológicos, series completas, hasta nuestros días. No obstante, esta circunstancia no se ha dado en todos los lugares de la Tierra. Los modelos reproducidos por programas informáticos vienen a completar el abanico de métodos de investigación del clima en el pasado.

La Tierra tiene una antigüedad aproximada de 4.500 millones de año. Desde la formación de una atmósfera alrededor del mismo podemos decir que hay clima y cambio climático. No obstante, nuestro estudio parte de una época histórica concreta, aquella en la que aparecen las grandes civilizaciones urbanas. El relato comenzará con una introducción que va desde el fin de la última glaciación hasta el cuarto milenio antes de Cristo. A continuación y para avanzar cronológicamente, estructuraremos los diversos períodos desde una óptica climática[2].

INTRODUCCIÓN. Un clima más estable.

En torno al 9.700 a. C., finalizada la última glaciación, nos adentramos en un período relativamente más tranquilo en los vaivenes climáticos de nuestro planeta que llega hasta nuestros días. La última etapa geológica, el Holoceno, muestra la actividad humana sobre el medio ambiente de una forma palpable[3]. Hemos de considerar que la especie humana es la más adaptable a todos los ecosistemas planetarios hasta el punto de que puede influir en ellos de una manera significativa.

Los primeros asentamientos permanentes o semi-permanentes se han encontrado en próximo Oriente, en puntos de Israel y la península de Anatolia. La agricultura de cereales, trigo y cebada, y la domesticación de animales junto con técnicas más depuradas en cerámica son algunos de los distintivos que se han encontrado en las correspondientes excavaciones arqueológicas. La aparición las actividades agropecuarias en el Neolítico ha tenido varias teorías, sin embargo en todas ellas está presente el cambio. Un clima más cálido hizo retroceder a los grandes animales cazados por el hombre del Paleolítico y al mismo tiempo esos grupos humanos comenzaron a cultivar especies como las ya citadas del trigo y la cebada que se encontraban por la zona de forma silvestre. La selección de semillas y terrenos más productivos marcan el nacimiento de la agricultura que también viene acompañada de la domesticación de animales para su aprovechamiento alimenticio y como fuerza de trabajo. Una alimentación más diversificada y no dependiente del movimiento de manadas de animales mejoraron las condiciones de vida de estas poblaciones humanas permitiendo soportar un mayor crecimiento demográfico.

Estamos en el Neolítico, pero con respecto al clima hemos expuesto que tras la última glaciación nos encontramos en un período de clima cálido o en palabras de Brian Fagan, “El largo verano”, aunque con algunas excepciones de las cuales hablaremos en su momento. En pocos siglos la temperatura media del globo aumentó entre 5 y 6 grados centígrados. La menor extensión de hielo redujo la radiación solar reflejada fuera de la atmósfera, a su vez el aumento de precipitaciones elevó el número de humedales que liberaban más metano favoreciendo así el efecto invernadero. Resumiendo, tenemos más radiación solar cuya causa primigenia, que provoca los cambios citados, se encontraría en los llamados ciclos de Milankovicht (Ver definiciones).

Veamos ahora la primera excepción a este periodo cálido. Hacia el 6.200 a. C. una gran cantidad de agua dulce se desplomó del casquete glaciar del Norte de Canadá. Una parte de ella se dirigió hacia el Golfo de México mientras que el resto se aproximó a Europa. La circulación oceánica del Atlántico Norte se detuvo provocando en nuestro Continente, durante 400 años, un tiempo más frío y seco que se conoce como “Mini Era Glacial”.  Pasadas estas centurias y en torno al 5.600 a. C. el Mediterráneo, que en esa mini era había descendido 15 metros por debajo de la costa actual, se elevó con la llegada de masas de agua e inundaron en poco tiempo el antiguo lago Euxino convirtiéndolo en el Mar Negro. Numerosas poblaciones que vivían alrededor de este ecosistema se vieron desplazada hacia todas direcciones creando, según algunas teorías, el mito del Diluvio Universal relatado en la Biblia y otras culturas.

Esta primea etapa del “largo verano”, también con más lluvias, llega hasta inicios del cuarto milenio. Hasta entonces grandes desiertos como el Sahara o el Arábigo eran llanuras verdes con árboles, mucha vegetación y animales tropicales ya que los monzones, vientos que traen gran cantidad de nubes, penetraban en estos espacios. Situación similar la encontraríamos en zonas del continente americano.

Este período que hemos visto hasta ahora, entre el 9.700 y el 3.800 a. C. aproximadamente, es conocido come el Óptimo Climático del Holoceno, con el paréntesis de la Mini Era Glacial ya explicada. Pero como decíamos, a principios del mencionado cuarto milenio el clima se torna más frío y seco, los monzones se alejaron de esas zonas dejándolas en una profunda sequía. La oscilación orbital de la Tierra según el modelo de Milankovitch o modificaciones en la circulación oceánica atlántica estarían en el origen de este cambio. Muchos territorios húmedos se convirtieron en desiertos o páramos áridos. Las poblaciones que se sustentaban en este ambiente de agua emigran en su gran mayoría hacia fuentes continuas de este preciado elemento, los ríos. Es el caso del Nilo en África o los cursos del Éufrates y el Tigris en Mesopotamia, donde ya había asentamientos humanos, también a lagos más próximos como el Chad.

LAS PRIMERAS CIVILIZACIONES URBANAS. LOS PRIMEROS IMPERIOS. EL CONTROL DEL AGUA. UN CLIMA MÁS VARIABLE

Situarse a orillas de un río era sinónimo de seguridad en épocas pre-industriales. No obstante, sus cursos no son permanentes o iguales a lo largo del año, ni todos los años viven las mismas oscilaciones. Con la agricultura, la ganadería, las nuevas herramientas y nuevas técnicas las poblaciones situadas en estos entornos procedieron al control de las crecidas o avenidas de las cuencas fluviales, es decir, el control del agua. La organización social necesaria para acometer esta labor: construcción de canales, presas, elevadores y otros ingenios indispensables para ese control trajo como consecuencia la aparición de las grandes civilizaciones de la antigüedad[4].

Efectivamente, el repetido control del agua junto al cultivo de cereales está en el origen de dichas civilizaciones que además permiten asentamientos más amplios, las ciudades. El Creciente Fértil, Egipto y Mesopotamia, en torno al tercer milenio (trigo y cebada); Valle del Indo, circa 2.600 a.C. (arroz); China, río Amarillo, circa 1.600 a.C. (arroz); Mesoamérica y los Andes, circa 1.200 a.C. (maíz). América es un caso particular que no se articula en torno a grandes corrientes fluviales. Los aztecas construyen su gran ciudad en un lago, los mayas aprovechan las lluvias tropicales y embalsan los excedentes, los incas cultivan en terrazas recogiendo el agua de las cumbres.

Hemos visto que la agricultura centrada en los cereales y el control del agua genera las primeras sociedades complejas: división del trabajo, clases sociales, religiones sacerdotales, ejércitos, élites dominantes, comercio, escritura, metalurgia, todo ello sustentado por los excedentes que ofrece una economía productiva. Las variaciones del clima estarían en esta secuencia:

Cambio climático – Agricultura – Cambio climático – control del agua – Civilizaciones urbanas.

Las sociedades, estados, ciudades-estado, que aparecen en estos milenios se desarrollan, se diversifican y se suceden a partir de expansiones territoriales de los núcleos más poderosos: el Egipto de los faraones, los poderes del mundo mesopotámico, el Imperio Hitita, el Imperio Persa, la cultura griega, las primeras dinastías chinas, las culturas del sub-continente indio o las referidas de América son los ejemplos más conocidos. No es objeto de este estudio seguir todos estos avatares pero nos detendremos en algún aspecto del cambio climático hasta llegar a una nueva etapa[5].

No debemos olvidar que pese a la lejanía entre sí de estos polos civilizadores y la escasa densidad de población del Planeta, los contactos entre regiones distantes se producían por cuestiones comerciales, imperialistas u otras motivaciones. Veamos un caso al que volveremos repetidamente.  La estepa asiática arranca en el Este del continente y sigue hasta Europa, en la llanura húngara por el Sur y hasta su homónima rusa por el Norte. Este enorme espacio ha vivido a lo largo de la historia el nacimiento y evolución de multitud de pueblos y culturas, sin embargo lo que nos interesa aquí es una sus características. Desde el interior asiático se han producido importantes movimientos migratorios, tanto de forma pacífica como en forma de invasiones hacia el Este, el Sur y hacia el Oeste en dirección a Europa. Desde el 4.400 a. C. hasta el 2.800 a. C. la vieja civilización neolítica de nuestro continente es atacada por diversas oleadas de pastores nómadas produciéndose lo que llamaríamos la indoeuropeización de esta parte de la Tierra. En siglos posteriores veremos la llegada de nuevos pueblos.  El conocimiento de todo este entramado de culturas y colectivos humanos sigue en estudio. Las causas de sus movimientos son múltiples: el aumento demográfico, la búsqueda de mejores tierras, conflictos internos y los cambios climáticos, entre otras cuestiones estarían en el origen de los mismos. La variabilidad climática citada como una de las causas estaría dentro de este período del Holoceno más estable pero no exento de vaivenes en precipitaciones y temperaturas con sus correspondientes consecuencias medioambientales.

La estepa euroasiática. Fuente: wiquipedia

Nuevos cambios climáticos van a zarandear, en incluso acabar, con  muchos de estos imperios. Veamos algún ejemplo.

Hacia el 2.800 a. C. el clima en el Creciente Fértil se torna más benigno. Es la época, a partir del 2.660, de la construcción de las grandes pirámides egipcias. En Mesopotamia se forman unidades políticas que van más allá de la ciudades-estado, es el caso del Imperio Acadio. Pero en torno al 2.200 a. C. una fuerte sequía azota toda esta parte del Globo. El Imperio Antiguo del Nilo entra en una etapa de inestabilidad política y hambrunas ante la falta de crecidas del río.

(El Nilómetro. Escala en piedra para medir las crecidas del río. Fuente: Wiquipèdia. http://ruta-33.blogspot.com/)

El primer período intermedio (2250-2025) sucede al Imperio Antiguo hasta que un nuevo faraón, Mentuhotep II de la XI dinastía, recupere la unidad. El Imperio Acadio, fundado por Sargón I de Acad en 2.334, cae en franca decadencia y desaparece en 2.154. Las civilizaciones del Indo parecen sufrir las fatales consecuencias de estos reveses climáticos y unos imperios suceden a otros[6].

(Pirámides de Gizéh. Fuente: https://www.lacamaradelarte.com/2016/04/las-piramides-de-gizeh.html)

PERIODO CÁLIDO MINOICO (1500-1200 A. c.)

La civilización minoica se establece desde el Neolítico en la isla de Creta. Su importancia como emporio marino se data entre el 2700 y el 1200 a. C. fecha en la que viven el embate de los Pueblos del Mar. El desarrollo comercial marítimo se habría producido en su máximo esplendor entre el 1500 y el 1200 a. C. apoyado por unas excelentes condiciones climáticas. Podríamos estar en una anomalía de +1,2 ºC.

El MEDITERRÁNEO ORIENTAL EN 1200 A.C.

Las invasiones de los Pueblos del Mar a fines del siglo XIII a. C. trastocan todo el entramado de Mediterráneo oriental. No hay acuerdo entre los historiadores sobre este proceso y se duda incluso de su existencia. Los partidarios de la realidad de las mismas también difieren en las causas que motivan los movimientos, violentos y pacíficos, en torno a estos lugares. No vamos aquí a desarrollar dichos acontecimientos pero sí nos detendremos en las causas climáticas que podrían explicar el éxodo de poblaciones hacia estos viejos territorios del Mare Nostrum.

(Fuente: https://arrecaballo.es/edad-antigua/carros-de-guerra/invasion-de-los-pueblos-del-mar/)

La cultura micénica en la península Helénica, los minoicos, los Hititas y el Egipto de los faraones se vieron afectados por la llegada de unas poblaciones que acabaron con el difícil equilibrio geopolítico y comercial de la zona. Sólo el Imperio del Nilo sobrevivirá pero ya no volverá a ser el de siglos anteriores. Grecia entrará en la llamada Edad Oscura hasta que cuatrocientos años después alumbre la Época Arcaica. El Imperio Hitita se desmorona y su zona Sur de influencia es ocupada por los Asirios. Eran los últimos tiempos de la dilatada Edad del Bronce antes de entrar en la Edad de Hierro.

Las prolongadas sequías desde el 1200 sobre amplias zonas de la península Helénica y Anatolia colapsaron la cultura micénica, también Creta, y el Imperio Hitita, al mismo tiempo, desplazados climáticos, ante la falta de cosechas y alimentos, procedentes del Norte de la Hélade, irrumpieron en este complejo y débil sistema geopolítico. La llegada de vientos secos del Sahara a estas latitudes, de forma prolongada, era la causa más directa de las mencionadas sequías. El impulso caliente del desierto estaba provocado por los vaivenes de la Oscilación del Sur o El Niño, de la zona de Convergencia Intertropical y la circulación marina del Atlántico Norte.

Las causas climáticas expuestas en este párrafo fueron iniciadas por Rhys Carpenter, estudioso del mundo clásico en el Bryn Mawr College, en 1966. Más tarde Reid Bryson y Don Donley de la Universidad de Wisconsin y Hubert Lamb, Universidad de East Anglia[7].

EL MUNDO MEDITERRÁNEO (1200-200 A.C.). ENFRIAMIENTO.

Una época de enfriamiento sucedió en el Mediterráneo tras el período anterior. Del 1200 al 200 a.C.., las temperaturas fueron más frías, los veranos más cortos y nubosos, sequías prolongadas, inundaciones y “mares borrascosos”. Situación que llega hasta el Óptimo Climático Romano. Estos siglos coinciden con la aparición y desarrollo del hierro.

A pesar de estas condiciones todo el Mar Mediterráneo adquiere una mayor importancia como lugar de expansión y comercio. En el primer milenio antes de nuestra era, fenicios y griegos desarrollan su actividad por él. Los cartagineses, con base en la anterior colonia fenicia de Cartago (Túnez), ocupan el Sur-Oeste; los etruscos crean su civilización en Italia. Sin embargo, una ciudad, Roma, a partir del siglo VI a. C., inicia su expansión por estos lugares hasta llegar a convertir esta masa de agua en el Mare Nostrum. Pero los romanos van a contar para ello con un gran aliado.

EL ÓPTICO CLIMÁTICO ROMANO. (200 a. C. – 150 d. C.)

Roma aparece en la historia en el siglo VIII a. C. cuando una serie de poblaciones se sitúan en torno a las siete colinas y se constituyen como una ciudad-estado. En esos momentos se encuentra bajo la influencia de la civilización etrusca y gobernados por monarcas dependientes de ella. En el 509 a. C., los romanos expulsan al último rey, Tarquinio el Soberbio,  instituyéndose como una república patricia. Hasta el 27 d. C., año de creación del Imperio, Roma se expande por todo el Mediterráneo convirtiéndose así en la primera potencia del momento. Esta expansión continuará en el siglo I de nuestra era hasta alcanzar la máxima extensión imperial en límites de los ríos Rin y Danubio (excepto la Dacia, situada en la orilla izquierda), el desierto del Sahara, Escocia y los ríos Tigris y Éufrates. Los contactos comerciales se producían en todas direcciones, por tierra, gracias a las calzadas, y por mar, que también eran vías de transporte de los ejércitos. El Océano Índico eran unas aguas de tránsito de barcos que llegaban de Oriente hasta el Mar Rojo.

(El Imperio romano en el siglo II. Fuente: Romana Insolentia. https://romanainsolentia.com/2014/11/10/la-aparicion-de-los-godos-en-la-sociedad-y-el-ejercito-romano/ )

La capacidad militar conseguida gracias a una organización política y ciudadana bien estructurada permitieron a Roma la conquista de este parte del Mundo. Los potentes ejércitos, las calzadas, la colonización de territorios, el comercio, el latín, unificaron el Mare Nostrum. La Ciudad Eterna se vio beneficiada por un clima favorable entre los siglos III a. C. y III d. C., con un óptimo entre los años 200 a. C. y 150 d. C., es el llamado Óptimo Climático Romano.

Los siglos I-II de nuestra era son conocidos en la historia del Mundo clásico como la “Pax Romana”, una etapa de relativa tranquilidad militar, de expansión económica y de máxima extensión del Imperio. Años que coinciden con el período climático que da título a este apartado.

Las temperaturas medias de esa etapa eran 1º mayor que las actuales. Estas circunstancias se aprecian especialmente en el Atlántico Norte y su influencia en Europa. Un clima más cálido, húmedo y estable favorecía los cultivos agrícolas. Abundantes cosechas de cereales se producían en la Península Ibérica o el Norte de África, granero de Roma, el aceite de oliva de Hispania llenaba las ánforas de los barcos, el vino griego hacía lo propio. No sólo Roma, el resto del Imperio se surtía de todo lo necesario para la vida. En Britania y el Sur de Alemania se cultivaba la vid que cubría las necesidades de vino de esas tierras. Productos de lujo procedentes del lejano Oriente llegaban al Mediterráneo por el Índico, tal como hemos señalado anteriormente.

Las causas de la bonanza climática son varias. La escasa incidencia del fenómeno de El Niño en el Pacífico Sur (ENOS u Oscilación del Sur), la menor actividad volcánica o el desplazamiento de los anticiclones de las Azores hacia el Sur (OAN u Oscilación del Atlántico Norte), estarían en el origen de dichas causas. Pero conviene indicar la importancia del desplazamiento del ecotono que se encuentra entre la zona continental y mediterránea hacia latitudes más septentrionales permitiendo así la entrada por el corredor del Mare Nostrum de borrascas húmedas.

A finales del siglo II el Mundo romano verá el final de esta etapa de bonanza. Ya con Marco Aurelio (161-180 d. C.) se atisban tiempos convulsos.

(Busto del Emperador Marco Aurelio. Fuente: – Photothèque du musée Saint-Raymond, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=97131451)

Las amenazas de pueblos germánicos en las fronteras del Norte obligan al Emperador a acudir en persona para defender el limes. En el año 165 aparece la primera gran epidemia en el entorno Mediterráneo, la Peste Antonina, una plaga de viruela, venida del Este que causó grandes estragos. En el 192 d. C muere el último Imperator de la dinastía Antonina, Cómodo, hijo de Marco Aurelio. El clima ya daba indicios de una cambio significativo desde mediados de la segunda centuria, el óptimo romano se acaba, llegaban unas condiciones atmosféricas más volubles, menos estables, un nuevo período aparece en nuestro entorno[8].

TRANSICIONAL ROMANO TARDÍO (150 – 450 d. C.)

La bonanza de los años anteriores tocaba a su fin. En el apartado anterior hemos visto los signos y circunstancias que anunciaban la crisis del siglo III. Las décadas que van del 235 al 284 desarrollan este período del Imperio donde la anarquía militar, la crisis política, las dificultades económicas, la inflación, la presión de pueblos bárbaros en la frontera Norte y Este provocaron momentos convulsos en la Pax Romana de tiempos atrás. Epidemias recurrentes como el sarampión o el tifus golpeaban ahora con mayor fuerza a la población, sin embargo una nueva pandemia llega en el 249 a Alejandría y dos años después la encontramos en Roma, era la Peste de Cipriano, descrita por este obispo de Cartago. Su impacto llega hasta el año 270. Hablamos de ébola, un filovirus que alcanza por primera vez a estas zonas del Mundo.

La recuperación de la crisis se produce, como hemos dicho, a partir del 284 aunque las consecuencias de la misma acompañarán al Imperio hasta su desaparición en el 476. Los cambios vinieron para quedarse en el entorno del Mediterráneo occidental y llegan hasta la implantación del feudalismo en la Alta Edad Media. Las reformas del Emperador Diocleciano (284-305) permitieron la supervivencia de la potencia mediterránea aunque se materializaba su división en dos bloques, Occidente, en decadencia y en clara ruralización y Oriente, la zona próspera, rica, que perdurará mil años.

Una nueva etapa climática acompañará estos acontecimientos. Había finalizado el Óptimo Climático Romano. El frío, los años de sequía y especialmente la variabilidad atmosférica fueron una constante de los nuevos tiempos. El Obispo de Cartago, San Cipriano, citado anteriormente, nos habla de los gélidos vientos que soplaban con frecuencia en el Norte de África y de años donde el brillo del Sol era mortecino o débil, una clara referencia a la turbia atmósfera mediatizada por el vulcanismo.

Las condiciones adversas se produjeron en todos los ecosistemas e incluso con mayor fuerza más allá del entorno mediterráneo. Las vides que se cultivaban en Alemania y Britania dejan de hacerlo al acabar el siglo III. Los olivos que habían ganado terreno en la Galia también desaparecen. Estos cambios que afectan a otros cultivos igualmente inciden en poblaciones que se habían expandido en las condiciones favorables de siglos anteriores. Sus desplazamientos, pacíficos o violentos, hacía la frontera romana, pueden considerarse desplazamientos climáticos. La búsqueda de tierras de cultivo, riquezas de las ciudades, seguridad ante la presión de otros poblaciones provenientes de la estepa asiática también afectadas por cambio climático, son las causas de estos importantes movimientos humanos.

A la espera de una mayor concreción en la actividad solar o en los ciclos Milankovitch sobre la rotación de la Tierra para explicar los avatares de la atmósfera en esta época, nos acogemos a dos fenómenos que se producen con insistencia, la actividad volcánica y el OAN. Del 235 al 265 d. C. se detectan, al menos, cinco grandes erupciones que afectan a la calidad del aire en gran parte del Hemisferio Norte. Por otra parte, la Oscilación del Atlántico Norte (OAN), es decir, la relación entre el anticiclón de las Azores y las bajas presiones de Islandia, fueron otro factor a tener en cuenta. La situación y la fuerza de estos dos centros de presión atmosférica provocan el recorrido de borrascas húmedas hacia el Noroeste del continente o hacia latitudes mediterráneas, favoreciendo o castigando unas zonas u otras.

El siglo IV, sin un retorno a las favorables condiciones del Óptimo Romano, fue un respiro en las inclemencias medioambientales. Las temperaturas fueron más cálidas que en siglos precedentes (se observa un retraimiento de los glaciares alpinos), la actividad volcánica fue escasa, las borrascas favorecieron a la Europa Norte y Occidental pero no así al Mediterráneo o a Próximo Oriente (se han encontrado señales de aridez en lagos de la Península Ibérica). Hubo en cambio un rasgo común, la variabilidad de un clima impredecible, una característica que no favorece la estabilidad necesaria en el desarrollo de las sociedades humanas.. Sin embargo, el siglo IV fue un espejismo si vemos los acontecimientos de los siglos venideros.

LA PEQUEÑA EDAD DEL HIELO DE LA ANTIGÜEDAD TARDÍA (450 – 700). (¿700 – 900?)

A mediados de siglo V ya eran perceptibles las nuevas condiciones climáticas que se anunciaban décadas atrás. El Imperio romano de Occidente convivía de forma pacífica o violenta con pueblos de más allá de su frontera Norte. Algunos de estos pueblos habían intentado entrar en los espacios más ricos de Oriente pero habían sido rechazados. La llanura húngara era una vez más un punto clave de asentamiento de poblaciones en su deseo de ocupar unas tierras fértiles, huyendo de unas condiciones medioambientales nocivas o por el empuje de otros colectivos venidos de Asia. En el 406 los Hunos empujan a Suevos, Vándalos, Alanos y Burgundios a cruzar el Rin y en 409 los tres primeros cruzan los Pirineos y se instalan en Hispania. Con Atila los Hunos crean un gran imperio euroasiático y a pesar de ser derrotados en el 451 en el Sur de la Galia por un ejército aliado de romanos y visigodos, su dominio no se desmoronará hasta la muerte de su caudillo dos años después. En el 476 es depuesto el último Emperador, Rómulo Augústulo, por Odoacro, rey de los Hérulos. En esas fechas los visigodos ya estaban en Hispania tras un tratado con Roma para habitar estas tierras y luchar contra los pueblos germánicos que entraron en el 409. Los Francos se afirmaban en el Norte de la Galia y los Ostrogodos acabaron instaurando un reino en Italia tras la expulsión de los Hérulos en el 493[9].

(Europa en el siglo VI. El color naranja refleja la máxima extensión del Imperio de Constantinopla o Imperio Bizantino. Fuente: Características. https://www.caracteristicas.co/imperio-bizantino/)

Estas condiciones geoestratégicas, políticas, de movimientos de pueblos, de los que solo hemos dado algunos ejemplos, se encuentran en los albores de esta pequeña edad del hielo que actúa como uno de los motores básicos de la Historia. Un período que se enmarca entre la caída de Roma y la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica y sobre el cual conocemos más datos gracias a las nuevas investigaciones sobre los llamados “siglos oscuros”. Son los mismos siglos que ven la formación y desarrollo de los primeros reinos germánicos: el Merovingio (francos) en la Galia o el Hispano-Visigodo de Toledo e igualmente son testigos del auge de la Constantinopla de Justiniano el Grande (482-565) y su decadencia en años posteriores. En el siglo VII los musulmanes se extienden por Oriente y el Sur de Mediterráneo truncando la unidad comercial de este mar.

La Peste de Justiniano llega en el 541 y afectará a gran parte de Europa y Norte de África. Sabemos que se trata de peste negra provocada por la Yersinia Pestis, bacilo portado por pulgas de la rata negra. Su origen está en la meseta del Tibet y se propagó a través del comercio que discurría por el Océano Índico hasta el Mar Rojo. Tras un primer gran impacto tenemos oleadas hasta mediados del siglo VIII. Un clima más seco y frío provocaba modificaciones en el hábitat de animales como la marmota o el gerbilino que actúan con una especie próxima al hombre, la mencionada rata negra que le acompañaba en mercados y barcos.

Un clima más seco, más frío, pero especialmente, y volvemos a remarcar este hecho, más impredecible, fueron la tónica dominante con picos de fenómenos extremos: años torrenciales con desbordamientos de ríos, el Ródano (563, 572, 583), el Guadalquivir (la crecida del 675 fue la más notable); hambrunas por sequía en la España visigoda (620, 675, 680, 707, 711), catástrofes unidas a enfermedades como la malaria en Italia (450-451) o plagas de langosta en el Este del Mediterráneo (500) son algunos testimonios de los malos tiempos.

Las décadas que van del 530 al 540 sufren un incremento considerable de la actividad volcánica. El año 536 fue un año sin verano, las temperaturas cayeron una media de 2,7º respecto a otros anteriores. Pero los volcanes con sus erupciones a la atmósfera son fenómenos acotados en el tiempo, transitorios. Otra circunstancia más perdurable afectó al clima de estos siglos, hablamos de la irradiación solar. La ausencia de manchas solares y por lo tanto de una disminución del calor que llega de nuestra estrella provocó una caída de temperaturas a unos niveles inferiores al mínimo de Maunder del siglo XVII, con una etapa inusualmente gélida, la del 530 al 680. Estudios en los núcleos de hielo (restos de cenizas de esta período) y los círculos de los árboles (confirmados en zonas tan alejadas como los Alpes y el macizo de Altai chino) vienen a demostrar estas condiciones adversas. A todo ello habría que añadir una fase de bajas presiones en el Atlántico Norte que afectaron a este hemisferio terrestre. Los documentos históricos recogen estas inclemencias: crónicas de eruditos de la época relatan cuestiones como la falta de calor solar o el importante incremento de rogativas cristianas para atraer el favor divino de las lluvias.

Anteriormente hemos reflejado de forma muy sucinta las migraciones de pueblos de los siglos IV y V. Entre los siglos VI y VIII se observan movimientos geoestratégicos y poblacionales igualmente importantes. ¿Estaría el cambio climático detrás de estos vaivenes? Dejamos constancia de algunos ejemplos:

La península de Arabia recibió de forma notable en la séptima centuria más lluvias de las habituales para un desierto favoreciendo la cría de camellos y otras especies animales con el consiguiente aumento demográfico. Con la unificación de tribus por Mahoma en el 622, año de la Hégira, los musulmanes inician una expansión hacia todos los puntos cardinales creando una vasta unidad cultural y religiosa que llega hasta nuestros días.

Las dificultades de Oriente Medio provocan la decadencia del Imperio Sanánida, gran enemigo de Constantinopla que es sustituido por los musulmanes. Al mismo tiempo poblaciones turcas se acercan a Anatolia, rica en pastos para el ganado.

Los Ávaros, procedentes de la estepa asiática, llegan a las inmediaciones de la Europa del Este en el siglo VI creando posteriormente un gran imperio, que llegó con diversa intensidad hasta principios de la novena centuria cuando son desintegrados por Carlomagno y los búlgaros.

Esta pequeña edad de hielo la sitúa Kyle Harper entre el 450 y el 700 como ya hemos reflejado en el título de este apartado. No obstante este clima frío se prolonga en el siglo VIII al igual que lo hacen las oleadas de peste negra. En el siglo siguiente tenemos episodios de frío intenso, basta recordar que el Nilo se hiela parcialmente en el 829. ¿Son estos episodios suficientes para caracterizar los siglos que estudiamos antes de llegar al calentamiento medieval?

Los movimientos humanos desde la estepa euroaiática no dejan de ser un termómetro de variabilidades climáticas y/o crecimiento demográfico que empuja a colectivos a presionar a sociedades ricas establecidas en el Sur, China; o el Oeste, Imperio Romano de Oriente o también a las llanuras húngara y rusa. Oros desplazamientos en el mundo europeo también reflejarían esas circunstancias. Ya hemos citado que los Ávaros son destruidos como potencia a principios del siglo IX y su lugar es ocupado en la vertiente Norte del bajo Danubio por los magiares o húngaros, nómadas de Ucrania. Igualmente pueblos eslavos y normandos presionan territorios de Carlomagno en dicho siglo

La cuestión no queda resuelta hasta el momento pero un pueblo viajero nos puede dar luz al clima de los siglos inmediatamente anteriores al Período Cálido Medieval, nos referimos a los vikingos. Estas poblaciones noruegas se extendieron en todas direcciones en los siglos que estamos explicando pero su llegada a tierras del Oeste, Islandia (874), Groenlandia (985) y posiblemente Canadá (circa 1000) nos sugieren un clima que se torna más benigno en esas latitudes del Océano Atlántico. No solo llegan a esas tierras sino que se asientan y crean colonias perdurables en función de una agricultura y ganadería sostenibles, una pesca en abundancia, contactos con pueblos inuit y mares desprovistos en gran parte de hielo. Volveremos a esta expansión en el apartado siguiente pero dejamos constancia de unas condiciones favorables sin la cuales difícilmente estas poblaciones creadas a su paso, con sus respectivas iglesias y obispos,. hubieran llegado lejos en el tiempo.

A modo de conclusión no podemos afirmar con rotundidad que la Pequeña Edad del Hielo de la Antigüedad Tardía vaya más allá de los siglos VII y VIII, tampoco podemos decir que desaparecieran las oleadas de frío o que arribara un tiempo más estable, pero tampoco nos situamos en períodos gélidos o en un ambiente permanentemente cálido. ¿Etapa de transición o etapa intermedia? Esperaremos futuras investigaciones.

PERÍDODO CÁLIDO MEDIEVAL (Circa 900 – circa 1300)

El Período Cálido Medieval marca una etapa de la Historia, claramente en Europa, de temperaturas más altas, entre 1,5 y 3 grados más elevadas, más lluvias y un estatus medioambiental más estable[10].

La cronología amplia la hemos situado en el título de este apartado pero con más intensidad ese cálido medieval se produce entre el 1000 y el 1200 en Europa, zonas de China y el Oeste de Norteamérica.

(Europa en el año Mil. Fuente: Wiquipedia. https://flautarociera.com/ccss/?page_id=3797)

Durante los siglos anteriores, con un origen remoto en la crisis de la tercera centuria del Imperio Romano, se modeló un sistema de ruralización económica, social, política y jurídica que conocemos como Feudalismo. Este sistema perduró, modificado en el tiempo, hasta las revoluciones de los siglos XVIII y XIX. La difícil situación climática que hemos expuesto, la llegada de pueblos germánicos, la inseguridad que se vivía en las ciudades, la falta de poderes políticos fuertes, fueron las causas más significativas que explican la instauración en toda la Europa cristiana del entramado feudal. Hacia el siglo X ya queda perfectamente definido en torno a unas relaciones de dependencia personal. Hasta el siglo XI el Mundo urbano era reducido, en algunos momentos de zozobra política las únicas autoridades que se mantuvieron en ellas fueron los obispos. A partir del mencionado siglo XI, con una economía en auge y la ausencia de invasiones externas, las ciudades se recuperan al unísono con el comercio a larga distancia. Hasta entonces, únicamente las urbes del Norte de Italia y Países Bajos habían mantenido una cierta vitalidad. Veamos con mayor detenimiento este tiempo de crecimiento y sus componentes climáticos.

El milenarismo que aparece en Europa, una teoría sobre el fin del Mundo en el año 1000, no frenó el crecimiento que nuestro continente experimentaba, al contrario, fue tomando impulso en las décadas posteriores. Desaparecidas las amenazas exteriores, diversas iniciativas llevan a la conquista de Tierra Santa, son las Cruzadas (1096 – 1272). El motivo principal era la ayuda a Bizancio ante el peligro de los turcos selyúcidas, sin embargo no hemos de olvidar el deseo de conquista de nuevas tierras o de aventuras para una nobleza en expansión y una economía en crecimiento.

Nuevas tierras de cultivo y pastos son ganadas por agricultores y ganaderos a bosques, a humedales, incluso al mar, como sucede en Holanda. Las innovaciones técnicas en el arado, las colleras para los caballos o sistemas de cultivo mejoran la producción en las fértiles tierras del Norte y Oeste del viejo continente. La vid vuelve a Inglaterra e incluso al Sur del Báltico o la Selva Negra alemana. Los olivos se observan en el Norte de Francia. Unas buenas perspectivas agropecuarias también se dan en las zonas más áridas del Mediterráneo. La organización ganadera de la Mesta se crea en Castilla por Alfonso X el Sabio en el año 1273 para la producción de la oveja merina, especie traída por los musulmanes a la Península Ibérica.  El desierto retrocede en el Norte de África que produce cada año buenas cosechas de cereales. Todo ello son ejemplos de las buenas condiciones climáticas que reinan en estos siglos.

La producción textil, organizada en gremios, nutre en las ciudades a una población en crecimiento, un crecimiento débil en números absolutos, propio de sociedades pre-industriales, pero continuado. Las expectativas de buenas cosechas, año tras año, favorecidas por un clima benigno, adelantan la edad de los matrimonios y por lo tanto la natalidad. Esta ola ascendente se da en el campo pero también y con fuerza en el mundo urbano. La población europea llega a los 80 millones de habitantes a mediados del siglo XIV cuando a principios de la undécima centuria estaba en torno a los 35 millones

Los excedentes cada vez mayores van a los mercados que con las conexiones a larga distancia crecen, como lo hacen las ferias. Tenemos algunos ejemplos. Los vikingos tras su expansión en siglos anteriores son ahora grandes comerciantes por mar y por tierra destacando en este sentido la ruta interior por el Volga que conecta con Oriente. El Danubio es una arteria comercial de primer orden. Las rutas que enlazan el Norte de Italia y los Países Bajos convergen en las importantes ferias de Champagne, Francia, donde se ofrecen y compran productos de todos los lugares. Oro y esclavos negros provenientes de África llegan al puerto de Barcelona donde siguen camino hacia mayores latitudes. La ruta de la seda conecta la lejana China con Europa.

Las peregrinaciones a Jerusalén compiten con las que se dirigen a Roma y a Santiago de Compostela. Éstas últimas toman un impulso inusitado convirtiéndose también en ruta comercial.

Los constructores elevan edificios por doquier. El esplendor del Románico se produce entre finales del siglo X y principios del XIII. Ya desde finales del XII, un nuevo estilo, el gótico, levanta grandes catedrales, edificios de mayor altura y suntuosidad reafirmando así la influencia de los obispos por una parte y una creciente burguesía que se aparta del feudalismo rural por otra.

(Iglesia románica de Frómista, siglo XI. (Palencia). Fuente: Wiquipedia. De Tovaritx – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0 es, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=35735439))

(Catedral gótica de Brugos, siglos XIII-XVI. Fuente: Vivecamino. https://vivecamino.com/burgos/catedral-burgos-3237/)

La expansión vikinga por el Norte del Océano Atlántico se ha convertido en el mejor testigo de la benignidad del clima en el período que exponemos. Ya no hemos referido a este pueblo en líneas anteriores pero veamos ahora más detalles de esta civilización en lo que respecta a las altas latitudes oceánicas.

(Expansión vikinga en la Edad Media. Fuente: Wiquipedia. De en:User:Bogdangiusca – Earth map by NASA; Data based on w:File:Viking Age.png (now: File:Vikingen tijd.png), which is in turn based on http://home.online.no/~anlun/tipi/vrout.jpg and other maps., CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=81232 )

A comienzos del siglo XI los nórdicos se encuentran perfectamente asentados en Islandia, Groenlandia y posiblemente en la costa de Canadá (isla de Baffin y Terranova). En otro momento hemos mencionada la circunstancia de un benigno clima que favorecía la navegación por el Norte de este océano desde al menos el siglo IX. Este clima permitía el cultivo de cereales como la cebada, buenos pastos para el ganado y aguas donde abundaban los bancos de pescados tan valiosos como el bacalao. El contacto con pueblos Inuit (esquimales) y los pueblos Thule (cazadores de ballenas), dio ocasión a un intercambio de productos que a su vez permitía la exportación, desde estas tierras a Europa, de pescado, de marfil de los colmillos de morsas, de pieles de foca, de madera de Norteamérica… Todo este entramado socio-económico se diluye con el nuevo cambio climático del siglo XIV. El obispado de Groenlandia, creado en 1210 desaparece en el siglo XV ante la insostenibilidad de la población en la “tierra verde”.

Las buenas condiciones climáticas de estos lugares no eran características generales para todo el Planeta. La sequía fue muy constante al Oeste de Norteamérica, en el Sahara o la estepa asiática. Así volvemos a la esa estepa, termómetro y barómetro climático gigante. Gengis Kan, unifica las tribus mongolas en un período de escasas lluvias que agostaba los pastos para el ganado de estos pueblos nómadas. Su expansión se produce desde finales del siglo XII y la siguiente centuria, alcanzando el Pacífico por el Este, Europa Oriental y Mesopotamia por el Oeste y englobando a China por el Sur. Se había constituido de esta manera uno de los imperios más grandes de todos los tiempos.

(El Imperio Mongol en el siglo XIII. Fuente: Istock. https://www.istockphoto.com/es/vector/mongol-empire-conquista-mapa-gm465596460-59587858)

(Estatua ecuestre de Gengis Kan. Tsonjin Boldog, Mongolia. Fuente: https://computerhoy.com/noticias/life/esta-es-estatua-ecuestre-mas-grande-del-mundo-quien-es-71509)

¿Qué causas climáticas provocaron la caracterización del Período Cálido Medieval? Según Brian Fagan son un “misterio”. Con respecto a la época anterior constatamos una mayor radiación solar (Máximo Medieval, 1100-1250) y una menor actividad volcánica. Por otra parte, el sistema de altas y bajas presiones del Atlántico Norte (OAN), fue favorable a Europa pero provocó sequías en la estepa asiática. Igualmente podemos afirmar que ni afectó a todo la Tierra ni afectó de igual forma allí donde se ha demostrado que ocurrió. Quedamos a la espera de nuevos estudios al respecto.

LA PEQUEÑA EDAD DEL HIELO (1300-1850)

La características climáticas de siglos anteriores van a cambiar en pocas décadas, especialmente allí donde habían incidido con más fuerza, Europa, el Atlántico Norte, la estepa asiática y la costa oriental del Pacífico. No obstante las nuevas condiciones medioambientales fueron ahora más generalizadas a lo largo de los ecosistemas terrestres. La cronología amplia de la etapa que iniciamos se refleja en el título (1300-1850) aunque tenemos un subperíodo especialmente frío (1645-1715), llamado Mínimo de Maunder. Nos ocuparemos de ello más adelante.

Las seis centurias que siguen nos muestran un clima más frío pero sobre todo más variable, impredecible, que hace más difícil la adaptación de los seres vivos de sus ecosistemas. Frente a estas adversidades vamos a ver también la enorme capacidad humana de superación y progreso. Europa cimenta en ese tiempo un desarrollo expansivo, que la llevará a ser la zona más desarrollada del Mundo y entrar en la Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX. Desde aquí las transformaciones llegarán a otras partes del Globo.

Las primera décadas del trescientos medieval muestran sucesos medioambientales extremos. El frío invernal del 1309-1310 provocó la helada del tío Támesis y algunas zonas del Báltico y Mar del Norte. 1315 se conoce como el año del gran diluvio que provocó las grandes hambrunas de ese año y el siguiente. El efecto de los cambios en las cosechas y la navegación marítima se hacen visibles en el Norte de Europa. En cambio Francia, La España medieval o Italia resisten aún durante la primera mitad del siglo XIV.

El escenario brevemente descrito sufrirá el embate de un enemigo externo venido del extremo Oriente, un agente ya conocido en la Antigüedad, la peste negra. El brote que llega a Europa en 1347 se origina de la manera tradicional ya descrita en aquellas lejanas tierras que también viven bajo el cambio climático. Las oleadas del bacilo Yersinia pestis acometerán el Viejo Continente hasta 1720, junto a otras enfermedades infecciosas endémicas que quedaban solapadas por este jinete del Apocalipsis. Tifus, malaria, sarampión… o azotes más graves como la viruela acompañaban a la gran calamidad. Una población que comenzaba a sentir las consecuencias de las malas cosechas, de hambre, también los enfrentamientos como la “Guerra de los Cien Años” entre Francia e Inglaterra, era pasto fácil para las enfermedades citadas porque les provocaba una mortalidad catastrófica. Se calcula que los habitantes europeos descendieron en un tercio de 1347 a 1352, estragos producidos igualmente en la estepa asiática y el Norte de África.

(El triunfo de la muerte (1562), óleo de Pieter Brueghel el Viejo. Fuente. Wiquipedia. https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-03-12/la-peste-negre-historia-benedictow-coronavirus_2471127/

La segunda mitad del trescientos y los primeros años del siglo XV viven en la nueva etapa climática que como hemos dicho llega a 1850. En otros apartados hablamos de la estepa asiática como termómetro gigante del clima, podemos decir lo mismo de las tierras colonizadas por los vikingos en el Atlántico Norte. El frío de fines de la Edad Media y Edad Moderna hizo crecer los glaciares y las placas de hielo de esa zona del océano, los cultivos no resistían el descenso térmico y los bancos de bacalao se retiran a aguas más agradables. A finales del siglo siguiente se había interrumpido el comercio de marfil de colmillos de morsa que es sustituido en Europa por el procedente de elefantes africanos. Los inuit, mejor adaptados a condiciones extremadamente frías, ocuparon las zonas que habían abandonado los vikingos.

Los siglos modernos, XVI, XVII y XVIII, se encuentran inmersos en la Pequeña Edad del Hielo. Vistos por centurias y en la perspectiva económica fueron épocas diferentes. Crecimiento en el XVI, crisis en el XVII y mayor crecimiento en el XVIII.

1453, año de la conquista de Bizancio por los turcos, marca el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. La crisis del siglo XIV se había superado y comienza un período expansivo que continúa en las décadas siguientes. ¿Cómo se conjugan un clima menos benigno y una etapa de expansión? Hemos afirmado que ese clima fue más frío pero no fue una tendencia constante, se alternaron los años muy gélidos con otros más llevaderos, pero su variabilidad es la característica predominante. En esta situación y en economías pre-industriales, el crecimiento agrícola se realiza expandiendo la superficie cultivada. Muchas tierras dejadas de roturar en la crisis pasada se vuelven a poner en cultivo, las condiciones del campesinado en Europa Occidental son mejores que en los siglos más asfixiantes del primer feudalismo. El rendimiento no mejoraba, excepto allí donde había abundante estiércol animal, tierras húmedas o irrigables. Era una agricultura de subsistencia con la excepción de las conurbaciones de las ciudades y algunas zonas que disponían de mucho ganado o dirigían parte de la tierra a plantas textiles, como el lino. Sería el caso de Países Bajos y luego Inglaterra. Una población en crecimiento favorece la actividad artesanal y los buenos salarios.

Un factor determinante va a irrumpir con fuerza en el cambio del siglo XV al XVI y va a quedarse para siempre, los descubrimientos. Las colonizaciones portuguesas y españolas comenzaron a globalizar la economía: el comercio, la industria naval, la extracción de minerales. Los intercambios de productos entre Europa, África ecuatorial, América y Asia beneficiaron a toda Europa. Tras los conquistadores ibéricos vendrían ingleses, holandeses, franceses. Los avances en navegación como barcos, instrumentos de medición, etc. distanciaron a Europa del resto del Mundo donde no se produjeron estos adelantos. El capitalismo mercantil dominaría los siglos modernos.

A finales del Dieciséis la actividad se ralentiza, era un anuncio de la crisis del siglo XVII. Esta crisis no fue tan profunda como la del siglo XIV ni afectó de forma similar a todas las zonas. La sufrió con fuerza el Mediterráneo, España, el Este del continente. En una situación intermedia quedó Francia y otras tierras del Norte. Países Bajos e Inglaterra mejoraron sus expectativas. El comercio colonial no se retrajo, continuó su escalada.

A nivel climático estos años fueron los más complicados de la era. Se han barajado varias  cronologías para fijar los períodos más difíciles: 1500-1700, 1600-1750, 1645-1715. Podemos asegurar que el mínimo de Maunder, la menor actividad solar por la ausencia de manchas en la estrella, se produce entre la segunda mitad del XVII y primeros años de la centuria siguiente[11]. La menor irradiación solar provocó un descenso de temperaturas que ya recogieron los artistas de la época en diversos cuadros cuando pintaban el Rin o el Támesis completamente helados. El crecimiento de los glaciares alpinos, arrasando poblaciones y cultivos, testificaban este descenso térmico.

(Pintura de Abraham Hondius, el Támesis helado, 1677. Fuente: El Barroquista. https://elbarroquista.com/2015/12/01/pero-que-frio-hacia-en-el-barroco/)

El siglo XVIII vuelve a ser una época de crecimiento mayor que las anteriores. Las políticas ilustradas, las mejoras de cultivos como la rotación de cuatro hojas (sistema NorfolK) en Inglaterra, el crecimiento de población, especialización de cultivos. La generalización del trabajo a domicilio en zonas del NO de Europa preparaban a esta zona para el despegue industrial. Inglaterra lo hace desde mediados de siglo, el resto de Europa habrá de esperar a la centuria siguiente. En 1789 la Revolución francesa nos introduce en la Edad Contemporánea donde, paulatinamente, las estructuras tardo-feudales dan paso a sociedades y Estados liberales. Para Francia supuso una reforma agraria que creó una gran clase media de campesinos mejorando sensiblemente la agricultura gala.

Las explicaciones del la Pequeña Edad del Hielo las hemos centrado en Europa, continente donde se han realizado más investigaciones. Sucesos similares se han observado en China, La India, Nueva Zelanda o América, de la que nos ocuparemos más tarde. Detengámonos en algunas particularidades de la etapa que estamos exponiendo. La adopción de nuevos cultivos, sistemas agrarios o la pesca permitieron a las poblaciones de los lugares donde se llevaron a cabo adaptarse a condiciones climáticas severas y a los nuevos retos del crecimiento demográfico.

La patata fue traída a Europa por los españoles en el siglo XVI. Era un cultivo adaptado a temperaturas frías o climas extremos y una buena fuente de energía. Sin embargo, su consumo en el Viejo Continente tardo en generalizarse muchos años ya que era visto como un alimento impuro que crecía bajo tierra. Las diferentes iglesias llegaron a prohibir su uso y si a ello añadimos la cercanía de los europeos a los cereales tradicionales se explica las dificultades del tubérculo para su entrada en la dieta alimenticia. Pero el cambio climático allanó estos inconvenientes. Las inclemencias meteorológicas ponían en dificultad los cultivos cerealísticos, incluso los más resistentes como el centeno. En esta problemática se abrió camino la mencionada patata en gran parte de la Europa húmeda y fría. Fue determinante en lugares como Irlanda donde una enfermedad de esta planta provocó los años de la gran hambruna de la isla, 1845-1849[12].

En otro momento hemos explicado la adaptación a las nuevas circunstancias de Países Bajos e Inglaterra. Cultivo de plantas textiles, aumento de la cabaña ganadera para aprovechar sus productos y el estiércol, actuaciones que se daban en unas tierras húmedas que al dejar menos tierras en barbecho eran más productivas. Un salto en este sentido fue dado en Inglaterra con el ya citado sistema Norfolk. Ideado por Lord Townshend, se alternaban cuatro hojas de cultivo sin barbecho: trigo, cebada, nabos y alfalfa. De esta forma se cosechaban cereales para alimentación, plantas forrajeras para el ganado y la tierra producía todo el año. Era la revolución agraria que antecedía a la Revolución Industrial.

(Esquema del sistema Norfolk. Fuente: Wiquipedia. Murciaeduca.es)

La retirada del bacalao a aguas menos gélidas modificó los hábitos de pesca no solo a los vikingos sino a otros colectivos que se dedicaban a ella. Un caso paradigmático sería el de los vascos. Estos pescaban y comerciaban con bacalao del Norte de Europa que conservaban con la sal proporcionada en el interior de España. Los vascones siguieron el cambio de rumbo de los peces y continuaron con sus hábiles técnicas de la Mar llegando hasta Terranova.

El enfriamiento que se produce a partir del siglo XIV destruyó o dejó inservibles muchas piscifactorías desarrolladas en el Período Cálido Medieval en los ríos del interior de Europa: esturiones, carpas… Estos alimentos dejaron de completar la dieta de gran parte de la población. Las capturas de bacalao no cubrían todas las necesidades. Los arenques fueron un sustituto pero con un sabor y texturas más bastas las clases adineradas los adobaron con especias favoreciendo así su comercio.

La primera mitad del siglo XIX representa el final de la Pequeña Edad del Hielo. El Ochocientos comenzaba en Europa con las guerras napoleónicas que mantuvieron encendido el Continente hasta 1815. El emperador francés vivió en primera persona los estragos climáticos en la invasión de Rusia hasta el punto que esta circunstancia provocó el fracaso de sus planes para acabar con el régimen de los zares. El tifus y otras enfermedades completaron el desastre.

1816 fue conocido como el año sin verano. Había ocurrido en otras ocasiones como el período que va de 1783 a 1789 donde varios volcanes islandeses e italianos oscurecieron los veranos europeos. Pero la explosión del Tambora de la isla de Sumwaba (Islandia), 1815, fue uno de los episodios volcánicos más catastróficos ocurridos en la era de la Humanidad. Mató directamente a más de 60.000 personas y sumió la atmósfera del Hemisferio Norte en una neblina de dióxido de azufre disminuyendo la radiación solar sensiblemente. Se ha calculado un descenso térmico de 3 grados de media. Los efectos sobre las cosechas del año siguiente, 1816, fueron aterradores especialmente para una población que acaba de dejar las guerras napoleónicas. Las hambrunas, acompañadas por epidemias de cólera y tifus, fueron una tónica general.

La creación literaria de Frankenstein tiene su explicación en las circunstancias del año sin verano. A la residencia veraniega de Villa Diodati, cercana a Ginebra, habían llegado en ese año Lord Byron, su médico John Polidory, Mary Shelley, el poeta Perci B. Shelley y Claire Clairmont. Con frío y lluvia constante los tres inquilinos ocupados en beber alcohol y tomar láudano decidieron escribir un relato de terror para amenizar su encierro. De aquí surgiría la famosa novela de Frankestein, obra de Mary Shelley, donde se reflejan los experimentos sobre electricidad que entonces se estaban llevando a cabo y el frío clima que se vivía en osos momentos.

(Frankenstein interpretado por Boris Karloff. Fuente: Viasinapsis. https://viasinapsis.cl/frankenstein-el-monstruo-de-mary-shelley-al-cine-sonoro-parte-i/)

Hacia 1860 se inicia la recogida sistemática de datos meteorológicos en gran parte del Mundo. En esas fechas la Revolución Industrial está expulsando a la atmósfera gran cantidad de dióxido de carbono ininterrumpidamente hasta nuestros días. La Pequeña Edad del Hielo acaba en esas fechas, el clima se torna más cálido y estable con un aumento continuado de las temperaturas. Llegamos así a la última etapa que vamos a exponer. No obstante, nos preguntamos cuales fueron las causas del período inestable explicado en páginas anteriores.

Sus causas. Ya hemos hablado de una menor irradiación solar por una disminución de la actividad de nuestra estrella. Los episodios volcánicos fueron frecuentes si los comparamos con el Período Cálido Medieval. Pero las últimas investigaciones ponen el punto de atención en las alteraciones de las corrientes oceánicas del Atlántico Norte. ¿La cantidad de agua dulce de los glaciares de Canadá y Groenlandia depositada en el mar pudo modificar dichas corrientes?. ¿Podría volver a suceder un hecho de tal calibre?. A estas preguntas tratan de responder numerosos científicos que se ocupan de ello porque aún existen interrogantes no explicadas o que representan un misterio. Veremos.

EL CALENTAMIENTO ACTUAL (1850-2021)

A mediados del siglo XIX se produce el paso de la Pequeña Edad del Hielo a la etapa actual que se caracteriza básicamente por un aumento de las temperaturas generalizado y prolongado en el tiempo con la excepción de las décadas de 1950 a 1980 donde observamos un ligero descenso térmico. Aunque el comienzo de las décadas contemporáneas fue similar al período anterior, los registros hacen visibles un ascenso continuado con pequeños altibajos. La última ola de frío intenso se dio en Europa en el invierno de 1884 a 1885. El Támesis se heló pero no se cubrió totalmente de una capa sólida como sucedía en otras épocas.

En el siglo XX observamos un ascenso de 0,6º de media aunque más acusado en el Hemisferio Norte. Los climatólogos aprecian tres sub-etapas: 1910-1944, ascenso térmico; 1945-1977, ligero descenso; 1978-1998, años cálidos. Esto no evita que hubiera anualidades con episodios de fríos extremos pero podemos considerarlos más una excepción que una tónica general. Más comunes son las olas de calor como en España que desde 1950 ha sufrido 84 olas si incluimos también a Canarias.

(Fuente: Wiquipedia)

 

La centuria actual ha confirmado el cambio climático por lo que respecta al ascenso térmico. A mismo tiempo vemos fenómenos violentos como fuertes huracanes y tifones o prolongadas sequías en África e inundaciones en otros lugares.

(Fuente: Wiquipedia)

Una mayor irradiación solar podría estar en este nuevo calentamiento a diferencia de la Pequeña Edad del Hielo. Los episodios volcánicos han sido de menor intensidad y más espaciados en el tiempo. Pero como indicábamos en líneas anteriores el factor humano parece decisivo en nuestros años con acciones como la expulsión de CO2 a la atmósfera, contaminantes de otras industrias y grandes incendios en el Amazonas, África y Siberia, principalmente. Por otra parte, fenómenos como El Niño o la Oscilación del Atlántico Norte han seguido mostrando su influencia en la climatología del Planeta. Ofrecemos un dato muy explícito del calentamiento global, en 2020 la temperatura media de la Tierra ha sido 1,2º superior a los siglos anteriores a 1850, es decir, a la etapa pre-industrial. ¿Qué nos deparará el futuro próximo?.

(Fuente: Wiquipedia)

 

EJEMPLOS AMERICANOS

El continente americano se extiende de polo a polo, está bañado por cuatro océanos y en las costas del Perú se forma periódicamente el fenómeno de El Niño, uno de los motores del cambio climático en toda la Tierra. Diversas civilizaciones han desarrollado sus actividades económicas y culturales afectadas en algún momento por los vaivenes atmosféricos. El tema es extenso y ofreceremos en un futuro próximo un artículo referido a este amplio espacio. Dejamos ahora unos ejemplos clarificadores de la influencia y adaptación a estos importantes cambios.

California. Nuevo México

El Occidente de los EE.UU. es una zona muy sensible a los cambios climáticos. Mientras en Europa el Período Cálido Medieval daba sus frutos en la expansión agrícola, el Oeste americano sufría prolongadas sequías. California fue un ejemplo claro de sequedad entre el 900 y el 1250 d. C.

Las causas climáticas serían de diverso índole. En palabras de Brian Fagan: “Las grandes sequías ocurrieron porque la corriente en chorro que sopla en invierno sobre la zona Noreste del Pacífico, con la consececuente sucesión de tormentas, permaneció al Norte de California y la Gran Cuenca.” A ello habría que añadir los fenómenos del calentamiento de las aguas del Oceano en el Sureste, El Niño, y su contrapartida, La Niña, que trae tiempo seco y frío.

Los indios de estos lugares se adaptaron a los cambios diversificando los productos que les alimentaban con un elemento base, la bellota, de alto contenido en hidratos de carbono, pero también proteína, y de fácil conservación una vez molida y tostada. Pero si la sequía se mantenía por muchos años, este sistema no alcanzaba para que las comunidades indígenas sobrevivieran sin problemas. La violencia entre ellas fue una consecuencia fatal del cambio y la escasez. También lo fue la agrupación en tribus más amplias para una mejor defensa y una mejor búsqueda de alimentos. Los colectivos próximos al mar acudieron a él para buscar nuevas fuentes de proteínas: moluscos como la oreja de mar y mar adentro, tiburones y atunes. Otro problema de la sequía era la escasez de agua potable que comportaban luchas por su control y enfermedades como la disentería.

En Nuevo México, en el cañón del río Chaco y otros curso fluviales se establecieron durante cientos de años los indios-pueblo dedicados a una agricultura diversa que les hizo prosperar. Pero la sequía también les golpeó con fuerza a partir del 1100. En un entorno de escasez de agua su adaptación fue el movimiento de sus habitantes, es decir, la emigración a zonas menos castigadas por los cambios climáticos.

(Restos de Indios Pueblo. Fuente: Invdes.com.mx. https://invdes.com.mx/ciencia-ms/los-indios-pueblo-ligaron-geometria-y-arquitectura-sin-saber-escribir/)

Aztecas

Las variables climáticas en el Mundo azteca están en estudio pero queremos señalar aquí una técnica de cultivo que muestra la gran adaptación a las condiciones medioambientales de este pueblo, nos referimos a las chinampas. Las chinampas eran balsas flotantes en lagos y lagunas, rellenas de tierra, para cultivar diversos productos con buenos rendimientos. Esta forma de laborear permitía resistir épocas de sequía e inundaciones. El sistema provenía de los teotihuacanos y perduró en el México colonial.

Los Mayas

La península de Yucatán y tierras de Guatemala albergaron la civilización maya. En sentido amplio se desarrolla entre el 250 a. C. y el 1540 d. C. aunque su período de esplendor es el conocido como “Clásico” (250-900), período de las grandes ciudades-estado con sus impresionantes construcciones de templos, pirámides y obras públicas.

El territorio maya no dispone de grandes ríos sino que el preciado líquido llega de torrentes, cuencas, fuentes, en un clima tropical, es decir, con una estación lluviosa, verano, en la cual hay que conservar el exceso de precipitaciones para usarla en los meses de menor lluvia. Sobre estas circunstancias se produce, una vez más, el control del agua y el cereal. Este pueblo construyó embalses y sistemas de cultivo de regadío como la “milpa” que ofrecía varias cosechas al año de maíz y judías. Esta alimentación se complementaba con otras plantas y la explotación de los bosques. Así funcionaban las ciudades-estado, no formaron un gran imperio, que competían entre sí. Socialmente se estructuraban en una clase dominante de nobles y sacerdotes que dirigían y controlaban los recursos, y los estratos inferiores de campesinos. La captura de prisioneros con sacrificios humanos formaban parte de unos complejos rituales religiosos encaminados a mantener estas estructuras.

(Ciudad maya de Tikal. Fuente: Características. https://www.caracteristicas.co/civilizacion-maya/)

Las prolongadas sequías que hemos visto en California y Nuevo México llegaron con fuerza a estas tierras en torno al 900, aunque se habían manifestado periodos secos en el siglo anterior. Las escasez de agua, los desórdenes sociales ante la falta de recursos, la competencia entre ciudades, fueron causas directas del colapso maya. La adaptación de las comunidades indígenas fue la recolocación en pequeñas unidades para una mejor subsistencia, únicamente quedó alguna ciudad ya lejos de su anterior desarrollo como Chichen-Itzá. A la llegada de los españoles a principios de siglo XVI, esta civilización mesoamericana había quedado reducida a su mínima expresión.

Sudamérica

Las culturas sudamericanas fueron de gran variedad y con cronologías duraderas. Antes del desarrollo del Imperio Inca y contemporáneo al mismo se desarrollaron civilizaciones a un lado y otro de los Andes. La proximidad al Pacífico de estas zonas provoca que sean sensibles a los fenómenos de El Niño y la Oscilación Decadal de este océano. Daremos tres ejemplos.

Los nazcas, próximos a la costa Sur del Perú, se manifestaron entre el siglo I y VI d. C. Construyeron una compleja red de recogida de aguas procedente de las montañas  para su abastecimiento y labores agrícolas. A partir del 700 la civilización de los geoglifos se desmorona y desaparece. Largas sequías acabaron con sus medios de subsistencia además de ser atacados por otros pueblos que también sufrían los vaivenes del clima.

Mochicas y chimús.  La cultura mochica o Moche se sitúa en la costa Norte y Centro de Perú (siglos II – VII d. C.). Una combinación de agricultura de regadío con las aguas de las montañas del Este, pesca y comercio fueron sus rasgos económicos básicos. En el apogeo de su poder tuvieron una actitud imperialista con poblaciones cercanas. En torno a la segunda mitad del siglo VI los estragos climáticos, relacionados con El Niño, se dejan sentir en estas latitudes. Prolongadas sequías alternadas con lluvias torrenciales que arrasaban estructuras agrícolas provocaron su decadencia. Las revueltas sociales contra las élites dominantes, ante la merma de recursos, acabaron con esta floreciente cultura.

Los sucesores de los mochicas fueron los lambayeques en el extremo Norte de la costa peruana, y sobre todo los chimús. La cultura de Chimor se expande entre los siglos X y XV, en las antiguas tierras de los mochicas, aprovechando de forma eficiente los cultivos de regadío, la pesca y el comercio con los pueblos de los Andes. Aunque se integraron en el entramado inca mantuvieron unos rasgos diferenciales. Desde las montañas llegaban ocas, patatas y otras plantas ricas en hidratos de carbono y desde la costa fluía el pescado y algas secas, fuentes de yodo para los habitantes montañeses. El marisco y el boquerón eran los productos más explotados en las aguas marinas. Tenemos un sistema que ya desarrollaron antes los mochicas pero que los chimús perfeccionaron permitiéndoles así resistir con más posibilidades de éxito los embates de El Niño.

Mapa general de las culturas sudamericanas antes de la colonización incaica. Fuente: http://www.am-sur.com/am-sur/peru/gs/Campos/04_kulturen-ESP.html)

Hablemos muy brevemente de los incas. Este entramado de pueblos formó un extenso imperio en las montañas de los Andes con amplias influencias en otras civilizaciones del Sur de América (1438-1534). Su perfecta adaptación con cultivos en terrazas les hizo invulnerables a los cambios climáticos ya que siempre disponían del agua que llegaba de las cumbres. El sistema citado necesitaba de pocas cantidades de del mencionado líquido, que además se aprovechaba ladera abajo. En épocas de calentamiento y por lo tanto de derretimiento de las nieves, los excesos de agua fluían hacia las corrientes de los valles.

(Templo inca de Machu Pichu. Fuente: Boleto Machu Picchu. https://www.boletomachupicchu.com/templos-machu-picchu-peru/)

ENTRE DOS CONTINENTES. LA ISLA DE PASCUA

La isla de Pascua representa un ejemplo paradigmático de una sociedad desde sus inicios, su desarrollo y su práctica desaparición, sin injerencias externas. La llegada de los polinésicos sobre el siglo IV d. C. dio lugar a la cultura de Rapa Nui. El crecimiento de población y la sobreexplotación de recursos, entre los que se encuentra la tala de árboles, pusieron a sus habitantes en el camino del colapso. Cambios climáticos relacionados con la Pequeña Edad de Hielo vinieron a agravar la situación. Edwar Davis, pirata inglés, habla de ella en 1686 y en 1722 los holandeses llegan a la isla. Para entonces apenas quedan poco más de 2000 indígenas en clara decadencia.

Dedicaremos un próximo artículo a esta apasionante cultura, ahora hemos dejado constancia del impacto medioambiental sobre este territorio.

(Moais en la Isla de Pascua. Fuente: La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/ocio/viajes/20210209/6231677/vuelta-isla-pascua-7-moais.html)

ESPAÑA. EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL

Los territorios que conforman España han sido citados en diversas ocasiones a lo largo del artículo. El clima de nuestro país se inscribe, en el Oeste y Sur de Europa, el Mediterráneo y la importante influencia de la Oscilación del Atlántico Norte entre otras circunstancias. Nos referimos a la Península Ibérica, islas Baleares y Ceuta y Melilla. Las Canarias se mueven en parámetros subtropicales con gran influencia oceánica

En los últimos años se han desarrollado investigaciones sobre el fenómeno conocido como Oscilación del Mediterráneo Occidental (WeMO). Este concepto incide especialmente en episodios de lluvias copiosas y torrenciales en el Este de España. Las diferentes investigaciones han permitido ver la variabilidad y alternancia de épocas húmedas y secas en los últimos 1000 años. Recogemos aquí la siguiente cita textual: “Dos estudios recientes llevados a cabo por un grupo de investigadores del Centro de Investigación de Biodiversidad y Clima (BiK-F), del CSIC, de la Universidad de Granada, de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Instituto Real de Holanda para la Investigación Marina (NIOZ), han aportado evidencias adicionales acerca de la variabilidad climática en la región más occidental del Mediterráneo durante el último milenio hasta el presente. Los sedimentos marinos analizados a muy alta resolución han permitido identificar una alternancia de períodos cálidos/fríos y áridos/húmedos a escalas centenales, en respuesta a variaciones en la irradiación solar y a la fuerza relativa y dirección de los vientos del oeste que transportan humedad a Europa desde el océano Atlántico (Oscilación del Atlántico Norte, NAO)”[13]

(Oscilación del Mediterráneo occidental. Fuente: https://meteoglosario.aemet.es/es/termino/341_oscilacion-del-mediterraneo-occidental-wemo)

REFLEXIONES FINALES

El cambio climático es un hecho irrefutable en los años que vivimos. La dirección en la que camina dicho cambio no es unánime entre los científicos. Para unos vamos a un calentamiento, para otros a nueva edad de hielo. La influencia del hombre tampoco crea consensos aunque la opinión de los eruditos se decanta progresivamente hacia la nociva mano humana en el medio ambiente.

A lo largo de este artículo se ha comprobado que los vaivenes del clima son una tónica constante en la Historia. Concluimos que el cambio está provocado hasta mediados del siglo XIX por fenómenos naturales y desde esa fecha se añade la intervención del homo sapiens. Las adaptaciones  de las sociedades a los cambiantes hechos meteorológicos son numerosas: movimientos de población, caída y reorganización de estructuras políticas, nuevas formas de agricultura, ganadería, pesca, navegación, formación de nuevas comunidades frente a la desarticulación de otras son formas de resiliencia ante los embates de una naturaleza que en muchos momentos se tornaba cambiante e impredecible. Pero también hemos visto como el clima puede ser un aliado y no un enemigo a la hora del desarrollo de grandes zonas impulsando su crecimiento.

El hombre aún con todos los avances de que dispone en la actualidad no puede combatir los cambios naturales pero sí mitigar los provocados por su existencia en el planeta. Es una cuestión que atañe a todos los gobiernos y a todas las instituciones internacionales. Un acuerdo global es necesario y urgente antes de que la situación se vuelva irreversible. La Unión Europea ha llegado al acuerdo de reducir un 55% las emisiones de gases invernaderos para el 2030. Pero el conjunto del viejo continente sólo representa, en el total de emisiones del Mundo, el 8%, es decir, que a nivel total representa un escuálido 4%. Se hace necesario el compromiso de grandes países como Estados Unidos, Japón, Rusia, China, Brasil y la India. A mismo tiempo es imprescindible la paralización de la tala de selva en el Amazonas y otros lugares así como prevenir los grandes incendios. Frente a ello se hace necesaria la repoblación de millones de árboles en de todos los continentes. Otro problema de urgente solución se refiere a los plásticos. Los océanos están sufriendo esta plaga humana y pueden interferir en la regulación climática de estas grandes masas de agua además del daño producido a su fauna.

El cambio climático natural no se puede evitar pero sí podemos prepararnos para que sus efectos sean del menor impacto para las sociedades de la Tierra. Sabemos que toda catástrofe golpea siempre y con más fuerza a las clases más desfavorecidas, a los países pobres o en vías desarrollo, por lo tanto se hace más necesaria que nunca la colaboración entre ellos y los Estados más avanzados.

Cada ámbito científico, social, político, puede y debe ir en esa dirección. Desde la Historia hemos querido contribuir modestamente al conocimiento del problema del cambio climático del pasado con este artículo. Seguiremos en esta línea.

APÉNDICE I. LOS MOTORES DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Una serie de factores permiten la vida en la Tierra con unos determinados ecosistemas dirigidos por diversos climas. La distancia de nuestro planeta al Sol, la existencia de un satélite como es la Luna y los movimientos de rotación y traslación de nuestro Mundo están en esos factores del desarrollo de la vida. Definiremos a continuación aquellos conceptos más importantes que formulan los climas y sus cambios.

La actividad solar. La radiación del Sol que llega a la Tierra es variable aunque esta variación es muy pequeña. Se relaciona con las tormentas y manchas del astro rey y la actividad magnética. A menos manchas solares, menor irradiación y por lo tanto menor cantidad de calor que llega desde el exterior. Existen ciclos de 11 a 22 años donde esa irradiación varía y puede afectar al clima, sin embargo su escasa amplitud hace que la mayoría de científicos consideran casi nula su influencia. Pero otros ciclos, llamados de Gleissberg (72 a 83 años), sí serían importantes para el cambio como el mínimo de Maunder (1645-1715) que provocó la etapa más fría de la Pequeña Edad de Hielo.

Órbita de la Tierra. Los movimientos de nuestro planeta sobre sí mismo y alrededor del Sol afectan a la distribución y cantidad de luz solar que llega a la Tierra. Como estos movimientos no son uniformes se producen cambios en el clima. Ahora bien, son cambios a muy largo plazo útiles para las glaciaciones o las últimas edades de hielo. Milutin Milankovitch (1879-1958), astrónomo, geofísico y matemático serbio, estableció tres tipos de variaciones:

Excentricidad: cambios en la forma de la órbita de la Tierra alrededor del Sol.

Oblicuidad: Inclinación de la Tierra sobre su eje. A mayor inclinación mayor irradiación para el Hemisferio Norte y menor para el Sur.

Precesión: bamboleo del movimiento de rotación de la Tierra.

(Variaciones de los movimientos de la Tierra. Fuente: http://earthobservatory.nasa.gov/Features/Paleoclimatology_Evidence/)

Interacción océanos-Atmósfera. La Tierra está cubierta en un 70% por el agua de los océanos que absorbe gran cantidad de calor del Sol. Gran parte de ese calor es devuelto a la atmósfera en forma de vapor influyendo directamente en el clima. Un ejemplo de esta influencia sería el fenómeno de El Niño.

Corrientes océanicas y marinas. Movimientos horizontales del agua marina provocados por la rotación de la Tierra, su traslación alrededor del Sol, la configuración de los continentes, el viento, las diferencias de densidad y las mareas. Se consideran unas grandes reguladoras del clima.

Grandes corrientes océanicas. Fuente: https://www.geoenciclopedia.com/corrientes-oceanicas/

Corrientes marinas superficials. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Corriente_marina

 

Vulcanismo. La actividad volcánica emite grandes cantidades de ceniza y diversos compuestos a la atmósfera llegando en algunos momentos a reducir sensiblemente la radiación solar. Los períodos de la Historia con muchas erupciones de grandes volcanes han sufrido décadas de enfriamiento y variabilidad climática.

Intervención humana. La influencia de las actividades humanas se ha convertido en un factor determinante en el cambio climático contemporáneo. El actual calentamiento coincide con la expansión de la Revolución Industrial desde el siglo XIX y la consiguiente emanación a la atmósfera de gases invernadero como el CO2. La tala masiva de bosques y los incendios coadyuvan a dicho cambio. Diversos organismos internacionales se reúnen periódicamente para frenar esta influencia nociva en el medio ambiente pero sus resultados no mitigan, por el momento, los estragos en el Planeta.

APÉNDICE II- FENÓMENOS LOCALES

Explicamos a continuación aquellos fenómenos locales del clima que hemos citado o que se producen en algunas de las zonas referidas en este artículo, es decir no están definidos en su totalidad.

OAN (Oscilación del Atlántico Norte). Se refiere a la relación entre las altas presiones de las Azores y las bajas presiones de Islandia. Su disposición a mayor o menor latitud así como sus medidas en milibares influyen en el paso de borrascas húmedas al Norte de Europa o hacia el Sur provocando lluvias a su paso. Igualmente su posición permite o evita la entrada en nuestro continente de masas de aire polar o siberiano. Su influencia llega hasta zonas de Oriente Próximo. Relacionado con este fenómeno se encuentran las altas presiones que se encuentran entre Groenlandia y Escandinavia. Los factores que mueven esta oscilación son principalmente la temperatura de las aguas del océano, la corriente cálida o templada del Golfo y la inmersión de grandes cantidades de agua salada en torno a la referida Groenlandia.

El Niño u oscilación del Sur. Este fenómeno se produce por el calentamiento de las aguas del Pacífico Este en las costas de Perú y Ecuador. Llega en Navidad y su nombre va asociado al nacimiento de Cristo y la corriente del Niño que también llega al Norte de Perú en esas fechas. La interacción con la atmósfera provoca cambios en gran parte de los climas terrestres con grandes sequías en unos lugares e inundaciones en otros, siendo uno de los factores más potentes del cambio climático. Los ciclos de su aparición son variables (entre 3 y 5 años o entre 7 y 10 años…), al igual que su intensidad. Entre las explicaciones más aceptadas sobre su formación se habla de la relación entre las altas y bajas presiones en los extremos del mencionado océano y los vientos alisios de la zona. El fenómeno contrario, es decir el fuerte enfriamiento de esas aguas se denomina La Niña.

Ecotonos. Zonas donde limitan dos ecosistemas. En términos climáticos y referidos a Europa nos referimos al límite entre masas cálidas del Sur y frías del Norte. Un ecotono en latitudes altas favorece el clima benigno y estable como sucedió en el Período Cálido Medieval.

Zona de convergencia intertropical. Los territorios situados en torno a los trópicos tienen una estación seca y otra lluviosa. Esta oscilación viene producida por el desplazamiento de la humedad del Ecuador al ser impulsada desde la convergencia de los vientos alisios del NE. y SE. El fenómeno de El Niño influye poderosamente en esta zona desviando la convergencia hacia el Pacífico y reduciendo las lluvias en el Atlántico y los márgenes del Sur del Sahara.

Oscilación decadal del Pacífico. Fluctuaciones persistentes en ciclos de 20 o 30 años de fases frías y cálidas en la zona ecuatorial del Este del Pacífico. Tiene gran influencia en las lluvias si va asociado al fenómeno de El Niño. Podría ser responsable de las fuertes sequías que se producen al Oeste de América del Norte.

Los monzones. Movimientos estacionales de aire. En verano estos vientos húmedos soplan de Sur a Norte, desde la zona ecuatorial, en Asia meridional provocando grandes episodios de lluvias intensas. Igualmente descargan gran cantidad de precipitaciones en las montañas de Etiopía, en el nacimiento del Nilo Azul dando lugar a sus crecidas anuales. Vientos monzónicos se observan en otras zonas del Mundo.

Corriente en chorro (Jet Stream). Grandes corrientes de aire en altura, de Oeste a Este, a una velocidad de entre 150 y 450 kilómetros por hora. Se observan una corriente polar (60º de latitud) y una subtropical (30º de latitud) en cada uno de los hemisferios terrestres. Influyen en el sistema de altas y bajas presiones.

Oscilación del Mediterráneo occidental (WeMO). Ver apartado de España.

BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA

Ofrecemos una bibliografía básica de los principales autores sobre Historia del clima. Citamos obras traducidas al español o escritas directamente en esta lengua. En dicha bibliografía se pueden encontrar numerosas publicaciones en otros idiomas.

Las primeras investigaciones en profundidad sobre el clima en la Historia vinieron de HUBERT LAMB (1913-1997), historiador y meteorólogo inglés, en los años 50 y 60 del siglo pasado, una época donde no se tenía en cuenta el clima como factor importante en la Historia y no se conocían los datos que ahora tenemos. Aunque erró en algunas cuestiones, gran parte de sus conclusiones son válidas en nuestros días.

Otro pionero en la cuestión que nos ocupa fue ENMANUEL LE ROY LADURIE, historiador francés de la escuela de Annales que utiliza el clima como un elemento esencial en la Historia de Europa:

Historia del clima desde el año 1000, Fondo de cultura económica, México-Madrid, 1990.

Historia humana y comparada del clima, Fondo de cultura económica/Conacyt, México, 2017

BRIAN FAGAN, arqueólogo, antropólogo y profesor inglés en los EE.UU., es posiblemente el mayor investigador y divulgador de la influencia del clima en la Historia del siglo XXI. En sus libros se puede encontrar una numerosa bibliografía. Anotamos a continuación sus principales publicaciones:

El largo verano. De la era glacial a nuestros días, Gedisa, Barcelona, 2007.

El gran calentamiento. Cómo influyó el cambio climático en el apogeo y caída de las civilizaciones, Gedisa, Barcelona, 2009.

La corriente de El Niño y el destino de las civilizaciones. Inundaciones, hambrunas y emperadores, Gedisa, Barcelona, 2010.

La pequeña edad del hielo. Cómo el clima afectó a la historia de Europa. 1300-1850, Gedisa, Barcelona, 2014.

KYLE HARPER, profesor del departamento de Clásicas y Letras de la Universidad de Oklahoma, ha realizado una interesante investigación sobre el Mundo romano relacionando epidemias y episodios climáticos ofreciendo numerosos datos para demostrar sus teorías:

El fatal destino de Roma. Cambio climático y enfermedad en el fin de un imperio, Crítica, Barcelona, 2019.

Citamos otros autores en lengua española que han publicado diversas síntesis:

GARCÍA CODRÓN, J.C., Un clima para la historia. Una historia para el clima, Universidad de Santander, Santander, 1996.

FERRERAS FERNÁNDEZ,.C., Historia del clima mediterráneo, Región de Murcia, Consejería de Agricultura y Agua, Murcia, 2005.

ACOT, P., Historia del clima. Desde el Big Bang a las catástrofes climáticas, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 2005.

URIARTE, A., Historia del clima en la Tierra, Gobierno vasco, Vitoria, 2003.

Dedicamos ahora un apartado a las investigaciones realizadas en España. J. M. FONTANA TARRATS, profesor de la Universidad de Barcelona,  fue el primero en dedicarse a ellas en unos tiempos muy difíciles y nos dejó varios manuscritos inéditos:

.Historia del clima de Cataluña, 1976.

Quince siglos de clima andaluz, 1977.

Historia del clima de la Meseta. Entre el cardo y la rosa, 1977.

            –Historia del Clima del Finis-Terrae gallego, 1977

INOCENCIO FONT TULLOT, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional, se ocupó de la impronta del clima en España desde épocas tempranas. Entre sus publicaciones cabe destacar:

Historia del Clima en España. Cambios Climáticos y sus causas. Instituto Nacional de Meteorología, Madrid, 1988

En la actualidad cabe citar las investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Barcelona por el profesor MARIANO BARRIENDOS VALLVÉ del departamento de Historia Moderna, experto en análisis histórico del clima en España. Ha realizado numerosos trabajos, algunos de ellos en colaboración con otros autores como L. GÓMEZ, J.C. PEÑA, C. LLASAT, J. MARTIN VIDE Y R. RODRÍGUEZ. Destacamos las siguientes publicaciones:

El clima histórico de Cataluña. Aproximación a sus características generales (ss. XV-XIX), Tesis Doctoral inédita, Universidad de Barcelona, 1994.

La climatología histórica en el marco geográfico de la antigua monarquía española, en Scripta Nova. Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, num., 53, 1999.

La gran labor realizada desde la Universidad de Alicante por el profesor de Historia Moderna ARMANDO ALBEROLA ROMÁ está dando sus frutos en numerosas publicaciones. Reseñamos una de sus obras donde se puede encontrar una extensa bibliografía del profesor y otros autores:

Los cambios climáticos. La pequeña Edad del Hielo en España, Cátedra, Madrid, 2014.

 

[1] RUBIO RUIZ, D., Epidemias y pandemias en la Antigüedad. Una síntesis divulgativa. En Historiadors de Catalunya. https://www.historiadors.cat/historia/2020/05/epidemias-y-pandemias-en-la-antiguedad-sintesis-divulgativa/.  Primer artículo sobre la serie, publicado el 8 de Mayo de 2020.

[2] El artículo está basado en las últimas publicaciones sobre el tema que reflejamos en la bibliografía y notas a pie de página. La división en periodos climáticos se produce de forma más exacta desde el Óptimo Climático Romano. El profesor Armando Alberola Romá nos ofrece una clasificación por etapas climáticas en la obra que reseñamos en la citada bibliografía, páginas 17-19.

[3] La influencia del hombre sobre el medio ambiente ha motivado a diversos autores a hablar de un nuevo período geológico, el antropoceno, denominación que hace referencia a la intervención humana en la flora y la fauna terrestres: desforestaciones, desecación de zonas pantanosas, interacción en ríos…

[4] En los lugares donde nacen estas urbes ya existían poblados más pequeños,  encontramos alguna proto.ciudad o incluso alguna ciudad amurallada  en parajes muy concretos como Jericó en el actual Israel o Uruk en Mesopotamia.

[5] El artículo que desarrollamos adolece de un cierto eurocentrismo sin olvidar zonas de Asia. Un mayor número de estudios de estas partes del Globo nos mueve a ello. No obstante, hablaremos en otro momento de los avances en climatología histórica respecto a zonas de América u otros lugares.

[6] Las causas climáticas, prolongadas sequías por la variabilidad monzónica, han sido estudiadas en los sedimentos de polvo del Mal Rojo y el Golfo de Omán. Un equipo de la Universidad de Oxford ha llegado a las mismas conclusiones tras las investigaciones de las estalagmitas de las cuevas Gol-e-Zard en los montes Elburz (Irán). Cilindros de hielo extraídos de la cima del Kilimanjaro o en los Andes reflejan una capa oscura, polvo o tierra, de hace 4.200 años, datos que indicarían que la sequía podría haber acaecido a nivel mundial.

[7] Los datos de estas investigaciones pueden seguirse en la bibliografía de Brian Fagan que relacionamos al final del artículo.

[8] Seguimos aquí la periodización de Kyle Harper (Ver bibliografía)

[9] Las consecuencia de los movimientos de estos pueblos se puede seguir  en: HEATER, Peter, Emperadores y Bárbaros. El primer milenio de la Historia de Europa, Crítica, Barcelona, 2010. Para el período que va del siglo V al VIII es muy útil: SOTO CHICA, José, Imperios i Bárbaros. La guerra en la Edad Oscura, Desperta Ferro Ediciones, Madrid, 2019.

[10] Seguimos en este artículo la denominación de Hubert Lamb que recoge Brian Fagan (ver bibliografía). Éste autor habla también de “El gran calentamiento”.

[11] Edward Walter Maunder (1851-1928).  Astrónomo inglés estudioso del Sol, especialmente su magnetismo y actividad.

[12] No hemos entrado en el siglo XIX, cuando acaba la Pequeña Edad del Hielo, pero dejamos constancia de este suceso al tratar el cultivo de la patata.

[13] NIETO-MORENO, V. Condiciones climáticas en el Mediterráneo occidental durante el último milenio, UABDIVULGA, 07/2013. https://www.uab.cat/web/detalle-noticia/condiciones-climaticas-en-el-mediterraneo-occidental-durante-el-ultimo-milenio-1345680342040.html?articleId=1345658088870.

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