La Compañía de Voluntarios de Cataluña fue uno de los cuerpos militares que se crearon en Barcelona en 1767 y que fue destinado a los territorios de ultramar, destacado concretamente en Nueva España. Debía ser una milicia que mantuviese el prestigio, la voluntad y la disciplina del soldado europeo. Este cuerpo estuvo a las órdenes de oficiales catalanes que venían de las compañías de infantería ligera.[1]
Si bien, respecto al Ejército de América, Cataluña no aportó tantos oficiales en comparación con Castilla y Andalucía, sí existió una aportación catalana importante a partir de la proliferación de academias militares en Barcelona, que formaron peritos en artillería y fortificaciones, aplicadas a puertos y puntos estratégicos del territorio americano. En el siguiente cuadro se aprecia el porcentaje de oficiales catalanes para los ejércitos de América.
Años | 1740 | 1750 | 1760 | 1770 | 1780 | 1790 | 1800 |
% | 3.5 | 3.9 | 4.5 | 6.7 | 5.3 | 3.7 | 2.2 |
Banco de Datos del Ejército de América entre 1740 y 1810. Marchena Fernández, J. Ejército y milicias en el mundo colonial americano. Madrid. MAPFRE.1992
Los Voluntarios de Cataluña tuvieron sus antecedentes directos en los Miquelets o Migueletes, también conocidos como fusileros de montaña, quienes se reclutaban en el mundo de los desempleados o de los mismos jornaleros, y muchas veces se movían como bandoleros en la zona pirenaica de Cataluña. Un diccionario francés de 1771 los define como: brutos, pérfidos, crueles, sin razón y que se alimentaban de asesinatos, con armas tales como puñales, carabinas y una pistolita colgada de un cinturón.[2]
La Compañía de Cataluña se contempló para la exploración del septentrión novohispano donde las condiciones geográficas eran hostiles, por lo que debía ser un ejército apto para combatir a las numerosas partidas de indios de aquellas zonas, que no seguían ninguna estrategia militar, ni se sometían a los criterios tradicionales de las batallas y combates en tierras europeas.[3]
El Marqués de Croix virrey de Nueva España (1766- 1771) fraccionó en dos la Compañía de Cataluña; La primera fue destinada a la Alta California, mientras que la segunda sirvió en los territorios de las provincias internas (actuales Sonora y Chihuahua). Sin embargo, pocos años después, en tiempos del virrey Antonio María de Bucareli (1771-1779) en la revista pasada por el Inspector General del Ejército Pascual Jiménez de Cisneros en 1773 dejó en manifiesto la falta de armamento en la tropa. El virrey mandó crear un presupuesto para la compostura de armas. Uno de los capitanes de la Compañía de Voluntarios de Cataluña, Antonio Pol, dijo que el mal estado de la compañía era porque estaba conformada por individuos viejos y achacosos que no servían para el servicio de las armas por lo que pedía se licenciaran y sustituyesen por soldados jóvenes.[4]
En cuanto a la composición de la compañía se prefirió a la gente de la Corona de Aragón, especialmente a los de Cataluña, pero en caso de no encontrarse entonces se recurriría a los de Nueva España como lo indica el artículo cuarto del reglamento:
La Tropa será, siempre que se pueda, de naturales de Corona de Aragón, con preferencia de Cataluña, admitiéndose en su defecto de las demás Provincias de España y Europa; pero si por la escasez de unos y otros no pudieren completarse, se recibirán mozos solteros de este Reino de casta limpia, buen personal, edad proporcionada, robustez y agilidad para toda fatiga, y cuya estatura no baje de cinco pies dos pulgadas, a menos que por ser jóvenes prometan esperanzas fundadas de aumentarla.[5]