Karl Marx y el Carlismo: Reflexiones reales o ficticias

General Cabrera

Introducción

Que existen unas palabras presuntamente escritas por Karl Marx con respecto al Carlismo es un hecho consabido y constatado por todos. Que algunos han abusado de ellas, también. En qué justa medida Marx habló sobre el Carlismo y porqué lo hizo. A estas preguntas daremos contestación en éste artículo, al igual que averiguaremos si realmente Marx escribió lo que se le atribuye.

El origen del conocimiento de las palabras de Marx se la debemos a Jesús Evaristo Casariego que el 11 de mayo de 1961, en el diario ABC, publicó un artículo titulado: Don Carlos Marx y la historia de España e Hispanoamericana. El mismo autor, bajo el seudónimo de Sagitarius, publicó un nuevo artículo en la revista Tradición con el título: El Carlismo según Carlos Marx¹. Su trascripción es la que a continuación detallamos:

El carlismo no es un puro movimiento dinástico y regresivo, como se empeñaron en decir y mentir los bien pagados historiadores liberales.

(1) Tradición. Revista Política Mensual. Literatura, Historia y Arte. Número 19. Mayo-Junio 1961. Pág. 36.

Es un movimiento libre y popular en defensa de tradiciones mucho más liberales y regionalistas que el absorbente liberalismo oficial, plagiado por papanatas que copiaban a la revolución francesa. Los carlistas defendían las mejores tradiciones jurídicas españolas, las de los fueros y las [cartes](2) legítimas que pisotearon el absolutismo monárquico y el absolutismo centralista del Estado liberal. Representaban la patria grande como suma de las patrias locales, con sus peculiaridades y tradiciones propias.

No existe ningún país en Europa, que no cuente con restos de antiguas poblaciones y formas populares que han sido atropelladas por el devenir de la historia. Esos sectores son los que representan la contrarrevolución frente a la revolución que imponen las minorías dueñas del poder.

En Francia lo fueron los bretones y en España de un modo mucho más voluminoso y nacional, los defensores de Don Carlos.

El tradicionalismo carlista tenía unas bases auténticamente populares y nacionales de campesinos, pequeños hidalgos y clero, en tanto que el liberalismo estaba encarnado en el militarismo, el capitalismo (las nuevas clases de comerciantes y agiotistas), la aristocracia latifundista y los intelectuales secularizados, que en la mayoría de los casos, pasaban con cabeza francesa o traducían -embrollando- de Alemania.

No hemos podido comprobar la veracidad y exactitud de esta traducción. Sin embargo el artículo de Sagitarius continúa con estas palabras: Carlos Marx  en la “Nueva Gaceta Renana” de 1849 y en el “New York Daily Tribune” de 1854. Véase el artículo en “ABC” con la firma de J. E. Casariego bajo el título de “Don Carlos Marx y la Historia de España e Hispanoamérica”.

(2) Jaime del Burgo se da cuenta del error de imprenta y cambia cartes por cartas. Ninguna de las dos tiene sentido. Tiene que leerse cortes legítimas y no cartas o cartes legítimas.

Brindamos la lección a los secuaces del santón socialista, a pesar de que dudamos que la aprendan dado lo cerrado de su mollera. Lo mismo hemos de decir de ciertos historiadores que a pesar de llamarse españoles y considerarse ultramodernos continúan haciendo historia con la copia ramplona de “los historiadores liberales bien pagados” cuya falsedad proclamó Carlos Marx hace más de un siglo.

O de algunos intelectuales que siguen pensando con “cabeza francesa” o antiespañola, que es lo mismo que anticarlista.

Hasta aquí el artículo publicado en Tradición por el eminente periodista escritor e historiador carlista Jesús Evaristo Casariego Fernández. Jaime del Burgo se hizo eco del artículo de Casariego y trascribió parte de él(3).

Interpretaciones posteriores

Las palabras de Karl Marx fueron reutilizadas por la camarilla de Carlos Hugo de Borbón-Parma. Hemos escogido a dos miembros de ésta camarilla: María Teresa de Borbón-Parma y Josep Carles Clemente.

María Teresa de Borbón-Parma en La clarificación ideológica del Partido Carlista escribe: Carlos Marx, en 1849, decía del Carlismo en su libro La Revolución Española, traducido por Andrés Nin(4). Y a continuación transcribe lo que hemos incluido en la introducción. Sin embargo, en lectura de los dos textos encontramos sutiles diferencias. El párrafo plagiado por papanatas, es modificado por plagiado de papanatas. El párrafo las de los fueros y las cartes legítimas que pisotearon el absolutismo monárquico y el absolutismo centralista del Estado liberal, es modificado por Las de los Fueros y las Cortes legítimas que fueron pisoteadas por el absolutismo monárquico y el absolutismo centralista del Estado liberal. Como podemos ver, corrige el error cometido por Casariego en ABC y Tradición. El párrafo Esos sectores son los que representan la contrarrevolución frente a la revolución que imponen las minorías dueñas del poder, no aparece en la trascripción y, en su lugar añade (…). Finalmente, el párrafo la aristocracia latifundista y los intelectuales secularizados, que en la mayoría de los casos, pasaban con cabeza francesa o traducían -embrollando- de Alemania, es modificado por la aristocracia latifundista y los intereses secularizados, que en la mayoría de los casos pensaban con cabeza francesa o traducían, embrollando, de Alemania(5).

(3) BURGO, Jaime del: Bibliografía del siglo XIX. Guerras Carlistas. Luchas Políticas. Segunda edición. Pamplona, 1978. Pág. 633.
(4)
MARX, Kart: La Revolución Española. Traducido por Andrés Nin. Editorial Iberoamericana de Publicaciones. (Madrid, 1929).
(5) BORBÓN-PARMA, María Teresa: La clarificación ideológica del Partido Carlista. Editorial EASA. (Madrid, 1979). Págs. 37-38.

Josep Carles Clemente en Los orígenes del Carlismo, capítulo 2, subtitula una de sus secciones: Una opinión de Karl Marx sobre el Carlismo. Antes de transcribir el fragmento escribe: Apuntada la posición popular, vista la voluntad de vocación “socialista”, dibujado el horizonte revolucionario del Partido Carlista especialmente en los momentos actuales, es significativo y de una perspectiva mucho más seria y profunda recurrir, por ejemplo, a testimonios lejanos en que la polémica entre carlismo y liberalismo era más viva y más dura. Tenemos más de uno de estos testimonios del pasado siglo. Y vamos a escoger el de un extranjero insigne por muchos títulos. Concretamente el de Marx(6). Como en el caso anterior, la cita de Nin es la misma aunque en la bibliografía introduce una variante. Esta variante la tendremos en cuenta al hablar de las palabras de Karl Marx. Como en el caso anterior, la trascripción es idéntica, con las mismas modificaciones y alusiones. No nos debe extrañar pues, ambos libros fueron publicados el mismo año. Con posterioridad -siguiendo su tónica- Clemente refundió y repitió el mismo párrafo en sucesivos libros(7).

Una última cita, que nada tiene a ver con la camarilla, es la ofrecida por Josep Pla que, en Notes del capvesprol, incluye un breve escrito titulado: Sobre Kart Marx i el tradicionalismo carlí. Existe alguna pequeña variación con respecto a los anteriores ejemplos pero, en general, es la misma versión que la de Maria Teresa de Borbón-Parma y Josep Carles Clemente. Pla no afirma haber leído la traducción de Andrés Nin, sino que copia lo publicado en la prensa barcelonesa. A la reseña añade el siguiente comentario: Aquest text de Marx és exacte.  Farà rodar el cap a molta gent,  però és exactíssim.  Marx s’ha de llegir,  siguin quins siguin els prejudicis personals i inevitables que hom tingui.  De vegades ho encerta com cap observador del seu temps.  El catalanisme! He utilitzat rares vegades aquesta paraula,  perquè no m’han agradat mai les coses hiperbòliques.  Dient-nos catalans em sembla que en tenim prou.  Ara,  aquest país tan petit i tan pobre posseeix dues fonts que rajaran sempre: primer la font del tradicionalisme històric del país.  Tot el catalanisme polític d’aquests últims decennis prové del tradicionalisme,  i després hi ha una altra font: els errors centralitzadors d’Espanya,  produïts per mentalitats franceses,  de la Revolució francesa o de Napoleó: Godoy,  Floridablanca,  Aranda,  Mendizàbal,  Salamanca i tants i tants més.  Aquests homes han desvirtuat Espanya,  han destruït les arrels d’una Espanya complexa,  que és el que és.  Els anomenats liberals espanyols –que,  per altra part,  no ho eren– han estat horribles.  Han destruït la tradició,  la vida libèrrima,  per què? Per a la construcció dels ferrocarrils regalats a Rothschild de París? Ara,  en tot cas,  la situació és aquesta.  Després d’aquesta ruptura,  les dificultats d’aquesta península han estat immenses,  vull dir en l’espai que vivim.  Les dificultats són permanents i arriben en als nostres dies.  Fa falta un estudi seriós sobre el liberalisme i deixar d’una vegada de jugar amb les paraules.  Molta gent que es diu liberal són uns purs demagogs i no coneixen la història.  Tot aquest llarg període s’hauria d’estudiar tan a fons com calgués,  i amb un esperit desproveït d’hipocresia.  Lector infatigable de les coses del segle passat i dels immediatament anteriors,  em penso que no s’ha fet.  Seria molt important,  decisiu,  de fer-ho.

Sobre la reseña de Karl Marx

Según Casariego la cita de Kart Marx fue publicada en 1849 en Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana) y en 1854 en New York Daily Tribune. La Nueva Gaceta Renana fue fundada por Kart Marx y Friedrich Engels en Colonia. Apareció el 1 de junio de 1848 y dejó de publicarse el 19 de mayo de 1849. A parte de Marx y Engels participaron en la empresa editorial: Heinrich Burgers, Ernst Dronke, Georg Weerth, Ferdinand Wolf y Wilhelm Wolf. El número total de artículos publicados por Marx y Engels es de 449. La colaboración de Marx y Engels en New York Daily Tribune se extendió del 21 de agosto de 1852 al 15 de febrero de 1861. En total publicaron 456 artículos. Una vez conocemos el número de artículos publicados se nos ocurren varias preguntas.

¿Hablan de España en estos artículos?

En la Nueva Gaceta Renana ni Marx ni Engels hablan sobre el Carlismo o, en su defecto, sobre España. El tema central de sus comentarios es la revolución que sufría Europa, también conocida como Revolución de 1848. En el período que comprende los años 1848 a 1849 esclataron varias revoluciones en Europa. Se levantaron en armas: Milán, Nápoles, Venecia, Roma, Berlín, Viena, Praga, Budapest y Francia. En Italia dio comienzo a la primera guerra de la independencia; y en Francia se estableció la II República después del período marcado por un carismático personaje llamado Napoleón Bonaparte.

Recordemos que España no estuvo inmersa en dicha revolución, pero sí en una guerra civil. El periodo que comprende los años 1846 a 1849 se desarrolló la segunda guerra carlista o guerra de los Matiners. Karl Marx no se interesó por éste alzamiento militar ni por España y, por lo tanto, parece lógico que en la Nueva Gaceta Renana no aparezca ninguna referencia sobre España o sobre el Carlismo.

No ocurre lo mismo con el New York Daily Tribune. Marx empezó a estudiar castellano en 1852 y, es a partir de ese momento cuando se interesó no sólo por España sino por su masa social. Fruto de éste interés son los siguientes artículos aparecidos en el diario neoyorquino: The Details of the Insurrection at Madrid – The Austro-Prussian Summons – The new Austrian Loan – Wallachia, 21 de julio de 1954; Excitement in Italy – The Events in Spain – The Position of the German States – British Magistrates, 28 de julio de 1854; The Spanish Revolution – Greece and Turkey, 4 de agosto de 1854; Espartero, 19 de agosto de 1854; Evacuation of the Danubian Principalities – The Events in Spain – A New Danish Constitution – The Chartists, 21 de agosto de 1854; Evacuation of Moldavia and Wallachia – Poland – Demands of the Spanish People, 25 de agosto de 1854; The Eastern Question – The Revolution in Spain – The Madrid Press, 1 de septiembre de 1854; Revolution in Spain – Bomarsund, 4 de septiembre de 1854; Revolutionary Spain; 9 de septiembre de 1854; The Reaction in Spain, 16 de septiembre de 1854; The Rumours about Mazzini’s Arrest – The Austrian Compulsory Loan – Spain – The Situation in Wallachia, 30 de septiembre de 1854; The Actions of the Allied Fleet – The Situation in the Danubian Principalities – Spain – British Foreign Trade, 2 de octubre de 1854; Revolution in Spain, 8 de agosto de 1855; Revolution in Spain, 18 de agosto de 1855. Así pues, teniendo en cuenta el elevado número de artículos publicados por Marx sobre España, no nos será difícil localizar el fragmento que Jesús Evaristo Casariego le atribuyó en el artículo publicado en ABC y Tradición. Sin embargo, antes de pasar al fragmento, continuemos con las preguntas.

¿Qué artículos tradujo Andrés Nin?

En el libro anteriormente referido de Andrés Nin, éste tradujo sólo 9 artículos bajo el título de La Revolución Española. Los artículos traducidos fueron: Examen de la historia revolucionaria de España antes del diecinueveavo siglo; Expulsión del Bonaparte y restauración de la corona española; Las disensiones entre las juntas provinciales; El consejo real (Consejo verdadero) y la inquisición (Santo Oficio); Guerra de Guerrillas; Cortes extraordinarias adopta la constitución Jacobina; La decepción de las masas; La revolución de 1820; La tormenta que se acerca.

¿De qué tratan estos artículos?

Karl Marx, en la colección de artículos traducidos por Nin, observó todos los síntomas del movimiento revolucionario europeo y se centró en los acontecimientos sucedidos, en España, en verano de 1854. Recapitulemos. El 7 de julio de 1854 se proclamó el manifiesto de Manzanares, el cual dio paso al Bienio Progresista encabezado por Espartero y O’Donnell. El origen de la proclamación fue el golpe de estado protagonizado por Leopoldo O’Donnell, en Vicálvaro, el 28 de junio de 1854. Éste golpe de estado, que acabó con el Bienio Progresista, es conocido como Vicalvarada.

En los artículos publicados en New York Daily Tribune, Marx realizó un estudio detallado de los acontecimientos revolucionarios acaecidos en España desde la primera mitad del siglo XIX. Con ello pretendió conocer mejor el carácter y las características específicas de la nueva revolución española. Así, sus estudios se centraron en las revoluciones de 1808-1814, 1820-1823, y 1834-1843. Marx llegó a la conclusión que la lucha revolucionaria en España podría proporcionar un estímulo para el desarrollo del movimiento revolucionario en otros países europeos. Tengamos en cuenta, como anteriormente hemos dicho, que la revolución de 1848 había fracasado. Marx vio en España la posibilidad de una nueva revolución global europea. De los nueve artículos escritos sobre la revolución española, el New York Daily Tribune sólo publicó los seis primeros, los restantes fueron publicados, con posterioridad, en monografías dedicadas al pensamiento de Marx sobre la revolución en España.

¿Repitió el título de algún artículo?

Según Casariego Marx publicó el fragmento que centra la investigación de éste artículo en 1849 y, con posterioridad, en 1854. Teniendo en cuenta esto, y cotejando los artículos publicados en ambas publicaciones, sería muy fácil comprobar esta repetición. Pues bien, como ya hemos dicho, en la Nueva Revista Renana no se menciona ni a España ni al Carlismo. Tampoco existe correlación entre unos y otros. Por lo tanto, el fragmento no se publicó en 1849 y, posteriormente, en 1854. Por lo tanto, Marx no lo repitió en la edición inglesa.

¿Dónde aparece éste fragmento?

Sería lógico pensar que, en los nueve artículos aparecidos y centrados en la revolución española de 1854, Marx incluyera dicho fragmento. Es lo más sensato. Con lo cual el desliz de Casariego seria de publicación y de año. Un desliz importante pero, no insalvable. Pues bien, en ninguno de esos nueve artículos aparece el fragmento reseñado al principio de éste artículo. Entonces, ¿quién escribió dicho fragmento?

Era lógico pensar que lo escribió Marx. Aunque, después del error de la fecha, se ponía poner en tela de juicio la veracidad del artículo firmado por Casariego en Tradición. Al comentar la reseña incluida por Clemente en su libro hemos dicho que introduce una variante con respecto a la reseña de María Teresa de Borbón-Parma. La variante estriba en que Clemente incluye los nombres de Karl Marx y Friedrich Engels. Esto nos lleva a hacernos la siguiente pregunta: ¿y sí Marx nunca escribió esas palabras? ¿pudo ser un error de Casariego y vinculó las palabras de Engels atribuyéndoselas a Marx?

Es una hipótesis que no podíamos descartar. Por la cual cosa se han cotejado todos los artículos de Marx y Engels publicados en la Nueva Gaceta Renana con el fragmento incluido en el artículo aparecido en la revista Tradición. El resultado ha sido positivo. Efectivamente el texto existe. Mejor dicho, parte del texto fue publicado. El 13 de enero de 1849 se insertó un artículo titulado The Magyar Struggle (La lucha magiar o húngara) que, en la versión alemana se tituló Der magyarische kampf. En el anexo hemos incluido la versión completa del artículo. Aquí sólo insertaremos el fragmento que nos interesa. La versión en inglés del mismo dice así: There is no country in Europe which does not have in some corner or other one or several ruined fragments of peoples, the remnant of a former population that was suppressed and held in bondage by the nation which later became the main vehicle of historical development. These relics of a nation mercilessly trampled under foot in the course of history, as Hegel says, these residual fragments of peoples always become fanatical standard-bearers of counter-revolution and remain so until their complete extirpation or loss of their national character, just as their whole existence in general is itself a protest against a great historical revolution.

Such, in Scotland, are the Gaels, the supporters of the Stuarts from 1640 to 1745.
Such, in France, are the Bretons, the supporters of the Bourbons from 1792 to 1800.
Such, in Spain, are the Basques, the supporters of Don Carlos.

Su traducción al castellano es: No hay país en Europa que no posea en algún rincón o uno o varios fragmentos ruinosos, residuos de una anterior población que es suprimida y esclavizada por la nación que más adelante se convierte en el primer vehículo de su desarrollo histórico. Estos restos de una nación implacablemente pisoteados por la marcha de la historia, como dice Hegel, esos fragmentos residuales de los pueblos siempre se convierten en portaestandartes fanáticos de la contrarrevolución y permanecen así hasta su completa exterminación o pérdida de su carácter nacional, al tiempo que su total existencia en general es en sí mismo una protesta contra una gran revolución histórica.

Así, en Escocia, con los gaélicos, soporte de los Estuardo desde 1640 a 1745.
Así, en Francia, con los bretones, soporte de los Borbones desde 1792 a 1800.
Así, en España, con los vascos, soporte de Don Carlos.

Si cotejamos la versión original con la incluida en la revista Tradición comprobamos que está mal traducida y que, por otra parte, se añaden fragmentos inexistentes. Pero esto no es todo. Éste fragmento no fue escrito por Karl Marx sino por Friedrich Engels, el 8 de enero de 1849. A parte de esta alusión a España y a Don Carlos, el artículo no vuelve a hacer ninguna referencia a España y menos al Carlismo.

Conclusiones

Después de haber localizado el fragmento original de Engels, llegamos a las siguientes conclusiones.

1. No dudamos que Jesús Evaristo Casariego leyera éste fragmento. Ahora bien, en el momento de escribir los dos artículos citados, tergiversa las palabras. Mejor dicho, hace una versión particular de lo leído. Así pues, no puede asegurar, como hace, Marx dixit sino Casariego dixit. Con lo cual, las palabras publicadas son una interpretación de un autor después de haber leído el articulo al cual nos hemos referido.

2. Casariego omite el origen de la información y no sólo esto, nos hace creer que esas palabras las escribió Karl Marx. Si lo primero es poco perdonable, más imperdonable es lo segundo, pues no fue Marx sino Engels el que opinó sobre el Carlismo. Y es más, Engels hace una interpretación del Carlismo basándose en el apoyo que los vascos le dieron a Don Carlos y no como movimiento dinástico. La opinión de Engels esta basada en el foralismo y no en una interpretación del Carlismo como derecho legítimo del pueblo español hacia su verdadero rey. Lo que ocurre es que Casariego reinterpretó estas palabras, transformándolas en una supuesta interpretación de Marx de lo que ha significado el Carlismo en España. Supuesta interpretación que, como hemos visto, poco tiene que ver con la realidad.

3. ¿Por qué se suprime vascos y se amplia a los defensores de Don Carlos? Dentro del contexto es mejor suprimir vascos por un hecho muy simple. El texto de Engels no habla específicamente del Carlismo, sino de unos defensores vascos de Don Carlos. En cambio, el artículo de Casariego sí que habla explícitamente del Carlismo. No es posible centrar el Carlismo al soporte dado por los vascos a Don Carlos. El Carlismo es un movimiento extendido a todas las regiones de España. En la reinterpretación del texto de Casariego es necesaria esta puntualización, no en la de Engels pues, en ningún momento circunscribe su artículo a la influencia del Carlismo en España, sino que nombra a los vascos -como lo hace con los bretones y los gaélicos- como ejemplo de la opinión que acaba de dar. Así pues, no cabe ninguna reinterpretación más del texto de Engels, y sí debe reinterpretarse el texto de Casariego pues, no deja de ser la opinión de un escritor sobre un artículo publicado por Engels, sin ninguna connotación con respecto al Carlismo.

4. Las reseñas de María Teresa de Borbón-Parma y Josep Carles Clemente nos hacen pensar que nunca utilizaron la versión traducida de Andrés Nin -porque Nin nunca tradujo éste fragmento- y que se basaron en el artículo aparecido tanto en el diario ABC como en la revista Tradición. No ocurre lo mismo con Josep Pla, el cual no afirma haber leído la traducción de Andrés Nin, sino que comenta que el fragmento apareció publicado en la prensa barcelonesa. Tampoco podemos decir nada de la versión que da Jaime del Burgo, el cual se limitó a transcribir, en su obra, el artículo de Sagitarius.

Por lo tanto, aunque es lamentable el error de Jesús Evaristo Casariego, al atribuirle a Marx un artículo firmado por Engels, es más lamentable la pésima contribución de María Teresa Borbón-Parma y Josep Carles Clemente, pues sin cotejar la información facilitada por Casariego, la dieron por buena y han inducido -y en algunos casos reiterado- un error histórico. Ha sido más importante -para ellos- propagar que Marx habló sobre el Carlismo -por que les interesaba a la hora de teorizar su socialismo autogestionario- que investigar la realidad de unos hechos que, si bien son importantes, no dejan de ser anecdóticos e insignificantes para la historia del Carlismo.


Notas

Tradición. Revista Política Mensual. Literatura, Historia y Arte. Número 19. Mayo-Junio 1961. Pág. 36.
Jaime del Burgo se da cuenta del error de imprenta y cambia cartes por cartas. Ninguna de las dos tiene sentido. Tiene que leerse cortes legítimas y no cartas o cartes legítimas.
BURGO, Jaime del: Bibliografía del siglo XIX. Guerras Carlistas. Luchas Políticas. Segunda edición. Pamplona, 1978. Pág. 633.
MARX, Kart: La Revolución Española. Traducido por Andrés Nin. Editorial Iberoamericana de Publicaciones. (Madrid, 1929).
BORBÓN-PARMA, María Teresa: La clarificación ideológica del Partido Carlista. Editorial EASA. (Madrid, 1979). Págs. 37-38.
MARX, Carlos y Engels, Federico: La revolución española, 1808-1843, traducción de Anfreu Nin, Editorial Cénit, Iberoamericana de Publicaciones, Madrid, 1929.
CLEMENTE, Josep Carles: Los orígenes del Carlismo. Ediciones EASA. (Madrid, 1979). Págs. 50-52.
Éste texto de Marx es exacto. Hará pensar a mucha gente, pero es exactísimo. Marx se ha de leer, sean cuales sean los prejuicios personales e inevitables que uno tenga. A veces acierta como ningún observador de su tiempo. ¡El catalanismo! He utilizado raras veces esta palabra porque no me han gustado nunca las cosas hiperbólicas. Llamándonos catalanes me parece que tenemos suficiente. Ahora, éste país tan pequeño y tan pobre posee dos fuentes que manan siempre: primero la fuente del tradicionalismo histórico del país. Todo el catalanismo político de estos últimos decenios proviene del tradicionalismo, y después hay otra fuente: los errores centralizadores de España, producidos por mentalidades francesas, de la Revolución francesa o de Napoleón: Godoy, Floridablanca, Aranda, Mendizábal, Salamanca y otros muchos más. Estos hombres han desvirtuado España, han destruido las raíces de una España compleja, que es lo que es. Los llamados liberales españoles -que, por otra parte, no lo eran- han sido horribles. Han destruido la tradición, la vida libérrima, ¿por qué? ¿Para la construcción de los ferrocarriles regalados a Rotschild de Paris? Ahora, en todo caso, la situación es esta. Después de esta ruptura, las dificultades de esta península han sido inmensas, quiero decir en el espacio que vivimos. Las dificultades son permanentes y llegan hasta nuestros días. Hace falta un estudio serio sobre el liberalismo y dejar de una vez por todas de jugar con las palabras. Mucha gente que se llama liberal son unos puros demagogos y no conocen la historia. Todo éste largo período se habría de estudiar tan a fondo como haga falta, y con un espíritu desprovisto de hipocresía. Lector infatigable de las cosas del siglo pasado y de los inmediatamente anteriores, pienso que se ha de hacer. Sería muy importante, decisivo, hacerlo.
Sin embargo, Marx tuvo palabras en contra del Carlismo muy alejadas de las aducidas por Casariego. Por ejemplo escribe Marx: Los carlistas han sido los que han creado el tipo de los ladrones facciosos, una combinación de bandidismo y pretendida lealtad a un partido oprimido en el estado. El guerrillero español ha tenido siempre algo de bandido, desde los tiempos de Viriato, pero es una invención carlista la de que un puro bandido pueda otorgarse a sí mismo el nombre de guerrillero. En: SACRISTÁN, Manuel: Revolución en España. Barcelona. Ariel. (Barcelona, 1970).
Sobre el particular recomendamos un artículo y sus posteriores críticas y contra críticas entre el autor y Josep Carles Clemente. IZU, Miguel: Marx y el carlismo: En torno a una opinión apócrifa. Sistema. Núm. 161 (2001). Págs. 103-111. Se puede consultar en Internet.

 

 

 

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